Periodismo abominable al servicio de la dictadura sanitaria

El periodismo siempre ha sido, casi ya desde sus mismos inicios, un oficio que ha despertado muchas sombras y dudas sobre su honestidad. Nació por la lógica primitiva del ser humano de querer ser informado, pero para que esta información sea válida debe de cumplir unas reglas, como es difundir la información con rigor, pluralidad, honestidad, veracidad, la neutralidad, y estar al servicio del ciudadano y la sociedad.

Hoy en día no se cumple ni uno de todas estas normas. Los periodistas se han convertido en sicarios de las palabras en nóminas de políticos y sus ideologías. Son marionetas al servicio de los intereses de gobiernos y policías. El periodismo actual está en el peor nivel en toda la historia universal de su oficio, y en el estallido de la dictadura sanitaria hemos tenido nombres que son la deshonra y la humillación de un oficio prostituido y manipulado desde su nacimiento.

De periodismo y periodistas voy a escribir hoy, y lo voy a hacer en base a mi experiencia vivida y a mi experiencia profesional, dado tengo más de 20 años de experiencia como fotoperiodista al máximo nivel, y conozco muy bien los entresijos y alcantarillas de esta degradada profesión, pero lo haré centrado en el comportamiento periodístico durante la etapa de la pandemia y la dictadura sanitaria.

"Periodistas difundiendo el miedo sembrado por la dictadura sanitaria"

Una dictadura necesita que su población tenga miedo, para que la sociedad y el pueblo se sientan protegidos por la dictadura. Sin miedo, no hay dictadura, pero el miedo se ha de crear, y de eso se encargaron los periodistas.

En las fechas previas del mes de marzo del año 2020, los periodistas comenzaron a abrir el camino para que sus jefes dictadores pudieran masacrar la democracia y las libertades. Por la televisión, la radio, en prensa escrita, medios digitales, comenzaron a repetirse, siempre hablando de terceros países, palabras como "confinamiento" o "toque de queda", herramientas que sólo se aplican en dictaduras militares, regímenes autoritarios y guerras. Se empezó a enseñar imágenes de países como China, donde su gobierno autoritario encerró a la población en su casa, y convirtió los domicilios de cada uno en prisiones, con un ejército de policías abominables vigilando que nadie saliera a la calle. Esas enfermizas e intolerables imposiciones comenzaron a mostrarse con asiduidad, y curiosamente se difundía carente de críticas informativas, sin alusiones negativas en debates.

Esas palabras venían acompañadas del miedo a un virus. Se justificaban en un virus, y para dar credibilidad hablaban de decenas de miles de contagiados, de miles de muertos, de hospitales y ucis colapsadas, y cada vez iban acercando más el virus a nuestro país. Abrían los telediarios, dedicaban reportajes especiales, programas completos e debates, y decirse que se había detectado el virus en España fue cuestión de pocos días. Los periodistas comenzaron a repetir que venía la tragedia. Repetían constantemente mensajes de muertos, de enfermedades incurables, de que no había tratamiento, y tuvo que ser lamentablemente el lugar donde yo vivo, en Cataluña, donde salió un político incompetente y secesionista imponiendo un ilegal confinamiento perimetral.

No creáis que fue casualidad que el primer confinamiento en toda España se decretó en Cataluña. Como catalán, que llevo toda la vida viviendo en Cataluña, conozco bien como es la gente de esta Comunidad Autónoma, y comento que aquí hay como un gusto, una predilección, para ir de víctimas y ser los mártires. Hay mayoría de carácter masoca, por decirlo de algún modo, y la gente obedeció sin rechistar. Ningún periodista, ni uno solo, le dijo a la gente que no obedeciera, que protestara, que esto es una democracia y que esa herramienta no se usa contra el pueblo en un sistema democrático. ¡Ni un periodista lo dijo! Muy al contrario, en informativos y debates alabaron la medida. Sacaban testimonios de ciudadanos alabando la medida, apoyando la dictadura, y no escuché ni una sola crítica a esa medida que yo no respeté, no apoyé, y no acaté, ni un solo segundo.

Aplicar el dictador esta imperdonable medida a todo el país era más que previsible, y con todo el alarmismo propio del fin del mundo los periodistas se volcaron en su función de cumplir con las órdenes golpistas. Se pusieron al servicio de los políticos, y empezaron a difundir noticias con todo el catastrofismo posible. Hablaba la escoria periodística de cien muertos el lunes, de doscientos el martes, de trescientos el miércoles, de decenas de miles de infectados, y así subiendo cada día.

Ardían de ganas los periodistas por anunciar el confinamiento, y por fin llegó el momento soñado para la prensa. Por si no lo sabéis, hay un lema en periodismo que dice que "las buenas noticias son las malas noticias". Es decir, las malas noticias son las que generan audiencia y fama.

"La incultura y el analfabetismo es suelo fértil para el miedo y la domesticación"

Una vez creado el miedo, hay que difundirlo, y esa estrategia, en un país con muy bajo nivel cultural, como es España, es muy sencillo. España es un país turístico. En su gran mayoría de años, aquí tenemos veranos tórridos. El país parece un horno. Somos famosos en el mundo entero por nuestras playas, el sol, el mar, la fiesta, las bebidas, los bares, las terrazas, y la diversión. Hay que asumirlo. Esta es nuestra mierda de país, y los grandes pintores, los grandes poetas, los grandes escritores españoles, son todos de siglos pasados. Ya no creamos ni tenemos ningún nuevo artista de la talla de Cervantes, de Goya, de Picasso, o de Machado. ¡No! Aquí los libros que más se venden es la biografía de un futbolista, lo que dice un palurdo que sale por televisión, o la tertuliana de la prensa de famosos y chismorreos. ¡Esos arrasan! Este es el barómetro cultural del país.

Con tan patética cultura, difundir el miedo es terriblemente fácil en un país donde el pensamiento y el uso de la razón se chamuscan bajo cinco horas tomando el sol en la playa. Simplemente, los periodistas repetían a todas horas, a cada minuto, sus presuntas listas de muertos actualizados, los nuevos infectados, y a partir de ahí el miedo se expande solo. Un ejemplo lo tenéis en las aglomeraciones. Si una persona sale corriendo asustada en una aglomeración, muchos van a imitar su miedo y saldrán corriendo aterrorizados sin saber por qué, y esto suele acabar en tragedias idiotas por estampidas y aplastamientos. El miedo se contagia cuando no hay cultura.

"Periodistas buscando apoyos en presuntos expertos de pacotilla"

Para rematar su tarea, en sus programas de televisión invitaban presuntos expertos. En realidad, de expertos no tenían nada. Sólo eran médicos, hospitales, epidemiólogos y otros tipos de sanitarios, buscando su fama y su gloria, y de paso la riqueza, porque la pandemia fue un extraordinario negocio económico para todo el sector médico y farmacéutico. Buscaban su protagonismo y querían ser héroes, pero no son los héroes de nada. Los médicos y hospitales han sido aliados y cómplices de la dictadura sanitaria, pero de este tema os hablo en el artículo exclusivo dedicado al sistema sanitario, que hay mucho que hablar de ellos.

Curiosamente, o mejor dicho, nada curioso sino plenamente intencionado, no sacaron a nadie criticando la dictadura sanitaria. Ningún experto criticó las medidas autoritarias de un dictador que exterminó la democracia con la complicidad de sus instituciones y la sociedad asustada y aborregada. Ningún experto dijo que no se quedaran en casa. Ningún experto llamó a la calma, o propuso acabar con la tontería y recuperar y sanar la democracia moribunda. ¡No! Todos los expertos a quienes les dieron micrófono los periodistas actuaban y difundían los mensajes que le interesaba a la dictadura, pero para mí no es ninguna sorpresa. Tal como he dicho yo siempre, la ciencia es un mercenario que se vende al mejor postor.

Dentro de estos planificados y artificiosos debates, se vertían mensajes para ir ya adoctrinando a la sociedad en lo que les esperaba. Ya hablaban de la mascarilla, que se impuso con el mismo autoritarismo que hicieron los talibanes con el burka. Los talibanes se excusan en cuestiones religiosas, y la dictadura sanitaria en excusas sanitarias, pero burka y mascarilla son símbolos de sus dictaduras respectivas.

El segundo mensaje que difundían constantemente era la vacuna contra el virus. No paraban de hablar de la vacuna, de cuándo llegaría, de en qué fase estaba, y hablaban de sus ensayos, sus avances, fechas previstas, y hablaban con los expertos de si la gente debería de ponerse la vacuna obligatoria. Sus discursos y diálogos coincidían plenamente con el monólogo de la cúpula de la dictadura, y sólo era charlatanería para confirmar, apoyar y corroborar, lo que decían los políticos, pero fijaros si cuajó que cuando llegó el experimento de las vacunas la gente hacía cola para vacunarse. Iban en masa, y España es tristemente uno de los países más vacunados del mundo. Yo, por supuesto, no me he vacunado, ni lo haré, y pertenezco a ese escaso 3% de la población que no nos hemos vacunado.

Yo critiqué a todos esta tropa de burdos expertos, y a algunos les escribí directamente por las redes sociales. Eran tantos miles los expertos que no te daba tiempo de escribirles a todos, pero yo les dije que, para mí y en mi opinión, no son expertos, no son héroes de ninguna historia, y que la pandemia era su gallina de los huevos de oro para enriquecerse y hacerse famosos, y lo que hacían era bloquearme. Mediante el bloqueo, yo no puedo leer las estupideces y mentiras que escriben, y no me permiten criticarles. Para mí, esto es la demostración inequívoca de lo que esta ciencia mediocre y burda entiende por democracia. Se nota que no les gusta nada la democracia, y el autoritarismo es su meta buscada y deseada.

De todos modos, haré un inciso, dirigido a aquellas personas que no conocen la cultura típica española. En este penoso país, todo el mundo se cree un experto. En los bares de barrio, los borrachos parroquianos se creen expertos en jugar a cartas o al dominó, y se sienten estrellas mundiales. En la cocina, la gente se considera experta en cocinar la tortilla de patatas y creen ser los mejores del mundo, y hasta se discuten y se pelean por si a la tortilla de patatas se le pone cebolla o no se le pone cebolla. Hablando de fútbol donde sea, todo el mundo se cree experto en este deporte, y te hablan de tácticas y de jugadores y entrenadores y además lo dicen imponiendo su ley. ¡Y así miles de temáticas! Sí, esta es la realidad de la penosa cultura en nuestro país.

"Periodistas dando voz a policías para asustar y aterrorizar a la gente"

Recuperando el hilo tras este inciso, uno de los momentos más repugnantes, abominables, detestables y deplorables, que ha protagonizado el periodismo en toda su historia, es su alianza y unión al dar voz por televisión a la violencia policial y la persecución dictadora. Por si no sabéis de lo que hablo, cada mañana sacaban por todos los canales de televisión los altos mandos del Ministerio de Interior, de la Policia Nacional, de la Guardia Civil, y del mando militar del Ejército Español, hablando de cuántas sanciones habían puesto a los ciudadanos, cuántas multas, y cuántas personas habían detenido. ¡Imperdonable!

No hablamos de que perseguían delincuentes. No. Perseguían abuelos que no se quedaban en casa confinados y decidían ¡¡¡muy bien hecho!!! salir a pasear, jóvenes que iban a ver a sus amigos, ciudadanos indefensos que se sentaban en un parque a tomar el aire, parejas que disfrutaban de estar juntos, y mil similares. Perseguían al pueblo inocente y desarmado. Hay miles de policías patéticos y bravucones a los que hay que identificar, llevarlos a tribunales por su apoyo a la dictadura sanitaria que masacró la democracia, y expulsarlos para siempre de los cuerpos policiales, pero también tengo un artículo hablando de los policías, que hay mucho que hablar de ellos. Buscarlo, porque está dentro de mis artículos hablando de las experiencias vividas en la dictadura sanitaria.

Aquí me limitaré sólo a hablar de la parte periodística, y los mezquinos y ruines periodistas les daban voz a esta trastornada conducta de la herida democracia. Además, añadían comentarios apoyando el trabajo policial, y decían que les parecían muy bien las multas, pero fijaros si todo esto ha sido ilegal, tramposo y demencial, que un año aproximadamente después, el Tribunal Constitucional de España declaró ilegal el Estado de Alarma que decretó el dictador, las multas fueron anuladas, y obligaron a las instituciones a devolver todos los importes de las multas a los ciudadanos. Yo hubiera recomendado a todos los ciudadanos que fueron detenidos por salir a la calle que presenten denuncia por detención ilegal como mínimo, que se identifiquen a esos vergonzosos policías que se creían Robocop o el sheriff del pueblo, y los detengan también a ellos. Yo lo haría, y si yo fuera político, iría a buscarlo uno a uno, porque esta democracia jamás se recuperara si no cura sus heridas, pero tal como he dicho antes, hay un artículo donde hablo mucho más largo y detallado de la policía en los tiempos de la dictadura sanitaria.

"Los insultos de los periodistas a la gente que no obedecía"

Otro detalle asqueroso de este inmundo y nauseabundo periodismo son los insultos que se vertían por televisión a la gente que, como yo, no hemos obedecido nunca a esta dictadura sanitaria. Te deseaban todos los males. Los periodistas se alegraban si los policías títeres de la dictadura te multaban o te detenían, y felicitaban a los policías. Te llamaban insolidario, irresponsable, egoísta, inconsciente, necio, y muchos otros insultos, por salir a la calle y no respetabas el confinamiento, y vertían los insultos desde sus programas de máxima audiencia, en los telediarios, en los debates, y en cualquier ocasión donde podían colar algún insulto, aunque fuera gratuito y no viniera a cuento ni tuviera causa o razón en la conversación. El insulto, de un modo u otro, salía.

Los periodistas despertaron una oleada de odio y rechazo hacia las personas que no llevábamos mascarilla, o desobedecíamos los ilegales y tiranos confinamientos, y esto desembocaba en una oleada de incidentes que os he explicado en otros artículos de esta misma sección, como que la gente te insultaba desde los balcones, te gritaban por la calle, o incluso te agredían y te pegaban. Claramente incitaron dos bandos contrarios, y sin ninguna duda el periodismo estuvo a favor del bando de las mascarillas y la dictadura sanitaria.

Al igual que hice con la sarta vulgar de expertos, también critiqué por redes sociales a todo ese periodismo esbirro al servicio de la dictadura. Hay miles de periodistas, por lo que me dediqué a criticar a periodistas notorios y de primera línea televisiva, y les escribí directamente por las redes sociales. Les dije que eran el ejemplo de periodismo mediocre al servicio de los intereses políticos, que formaban parte de los nombres ilustres del peor periodismo que ha existido en la historia de este oficio, y les preguntaba si cuando estaban en la universidad y soñaban con ser periodistas querían ser loros altavoces de políticos masacrando la democracia y un pueblo indefenso y aborregado. Les preguntaba si se hicieron periodistas para esto, y otra vez me bloqueaban. ¡Lo mismo! Así evitan que yo pueda criticar su burda publicidad dictadora que promulgan los tiranos y dictadores al poder. Así demuestran estos periodistas mezquinos que quieren arrasar con la democracia, con la pluralidad, con la libertad.

Tengo ya un libro de honor de todos los zafios profesionales que me han bloqueado. Voy descubriendo poco a poco quién me bloquea y les hago captura de pantalla, porque para mí es un trofeo. Es un premio. Yo no quiero nada con esa gentuza, y me encanta demostrar su debilidad y sus intenciones reales. Los he puesto por mis redes sociales, y también lo pondré en mi biografía y en mi currículum. Para mí, es todo un honor demostrar que esa gente no aguanta mis críticas. Eso significa que digo mucha verdad dolorosa.

"Noticias que desaparecieron de la televisión como por arte de magia"

Las noticias que han difundido siempre los periodistas durante la dictadura sanitaria han sido con la fórmula y el discurso oficial de la dictadura sanitaria y su cúpula política, y os voy a poner un par de ejemplos de cómo han manipulado la información, hablando de noticias que dieron los periodistas, que se difundieron por televisión, y que de repente, en pocos días, desaparecieron de las noticias para no hablarse nunca más.

Primer ejemplo, la vacuna. Hablaban de la vacuna contra la covid casi de forma monotemática. Podríamos decir que sólo callaban para los anuncios publicitarios, y para que el periodista pudiera ir al lavabo, mear, y volver a hablar de la vacuna. Pero cuando por fin llegó la vacuna, las propias televisiones y periodistas, queriendo hacer un alarde de transparencia democrática, hablaron de algún muerto por reacción a la vacuna, y de varios efectos secundarios graves.

Sin embargo, apenas se habló dos o tres días. Después, como por arte de magia, desapareció la noticia completamente. Se esfumó, y tras hablar de algunos muertos a causa de haberse vacunado, nunca más se volvió a hablar de esta noticia. Las televisiones dejaron de difundir una noticia que ellos mismos comentaron los primeros días, pero fue efímera su democracia.

Hablando de los efectos secundarios, estudios científicos reales y documentados han demostrado que la vacuna altera la regla de las mujeres, y les produce ciclos menstruales irregulares. Lograron comprobar la realidad en el 44% de las mujeres que participaron en las investigaciones científicas, y salió un par de días la noticia en televisión y los telediarios, cuando se sospechaba de la vinculación, pero no se podía confirmar. Después, cuando se confirmó y la ciencia demostró que es verdad, callaron. No dijeron nada, y ya no se ha oído la problemática en televisión.

Segundo ejemplo, el origen del virus. Como siempre, cuando sale un virus nuevo, siempre dicen que es culpa de algún animal infectado, y que un humano se lo ha comido, o le ha picado, o le ha mordido. Ya pasó con la SIDA cuando salió hace años, y ahora se repitió la misma absurda y patética teoría con la Covid. Se decía que fue en un mercado, en algún pangolín o en algún murciélago, pero yo desde el primer día dije que es mentira, y que esto es un virus creado en laboratorio, que se ha escapado por error o intencionadamente.

Estuvieron meses los periodistas machacando con la teoría del animal, y diciendo que era verdad sin aportar ninguna prueba ni documento científico ni de ningún tipo. Yo seguí, y sigo, y seguiré, diciendo siempre, que fue creado en laboratorio, y ahora, dos años después, comienzan a haber sospechas razonables, y no se descarta fuese un virus que salió de un laboratorio. Se está investigando esta posibilidad, pero de esta versión, de estas investigaciones, y las nuevas orientaciones sobre el origen del virus, no dicen nada. Están callados. Ni una palabra.

"La dictadura sanitaria premió y dio trato de favor a los periodistas"

Hay que analizar las razones por las cuales ese periodismo ruin y aliado con la tiranía déspota actuó de tal manera. Hay bastantes causas, y yo os voy a remarcar una causa curiosa. Durante el confinamiento y durante la pandemia, se afectó ilegal y delictivamente la democracia. Se prohibió salir a la calle incluso a niños pequeños o ancianos que necesitaban su paseo diario para no empeorar su salud, pero sin embargo los periodistas se les clasificó como servicio esencial. Eso significa que podían salir a la calle e ir donde quisieran, usando la excusa de que eran periodistas e iban a trabajar, aunque fuera mentira. Yo vi periodistas esquiando y en la nieve, mientras la sociedad entera estaba confinada y encerrada en casa.

Los periodistas tenían libertad total durante la pandemia, y podían ir y hacer lo que quisieran, con lo cual su grado de afectación fue prácticamente nulo. Fue parte de la recompensa de la alianza y su servidumbre a la dictadura sanitaria, y recibieron todo el trato de favor que quisieron, mientras los maquiavélicos y genocidas tiranos mantenían todo un país obediente encerrado en sus casas. ¡Y recordar!, el 98% de la sociedad borrega y anestesiada aprobó el confinamiento, se alegró, aplaudió, lo defendió y lo apoyó. El bando contrario sufrimos mucho esa dura etapa.

"Conclusión histórica de este periodismo rastrero, vulgar y despreciable"

Tengo más de 20 años de experiencia como fotoperiodista, al máximo nivel, en eventos, actos, noticias, etc, de importancia mundial y nacional. He fotografiado políticos de las máximas esferas, Autoridades, he cubierto eventos deportivos europeos e internacionales, he hecho moda, y he fotografiado miles de nombres ilustres que copan muchas horas en televisiones, y arrastran masas de millones de fans. Sé sobradamente cómo es el periodismo, porque he compartido con periodistas redacciones, eventos, salas de prensa, e incluso reportajes y trabajos conjuntos.

Ahora ya me estoy haciendo viejo, y cada vez quiero trabajar menos, y realizo ya sólo coberturas muy especiales e importantes, pero ya no me paso todo el día haciendo fotos arriba y abajo. Además, la fotografía se ha hundido, se paga mal, y cada vez está más devaluada, y por lo tanto, les dejo ya la mierda del trabajo a las jóvenes generaciones.

Siempre he hablado mal del periodismo, porque en sus salas de prensa y redacciones he escuchado frases racistas, machistas, y descualificaciones y blasfemias inimaginables de unos sujetos que, por ser periodistas, tienen un ego, una prepotencia, una soberbia, enfermiza y enloquecida. Pero estos comentarios los hacen en círculos de un periodismo de confianza, donde saben quién tienen al lado, sin cámaras y con todos los micros apagados. Siempre han disimulado, lo han escondido, lo han engañado, pero ahora, con la dictadura sanitaria, mucha bazofia se ha venido arriba, se ha creído ganador y campeón, y han soñado ya con los privilegios y la protección clásica de las dictaduras.

Yo estoy convencido que han cantado victoria antes de cruzar la línea de meta, y aquellos que ahora les protegen, estoy seguro que en el futuro, cuando se vean en la derrota, les van a traicionar. Estos hechos han ocurrido durante todos los imperios y toda la humanidad. Sólo hay que repasar los libros de historia, y veréis que no me equivoco, que no me lo invento, y estoy completamente convencido que en los libros de historia no van a ser héroes, no van a ser considerados buenos periodistas, no van a ser halagados, y no van a hablar bien de ellos. Muy al contrario, opino que van a ser vilipendiados, repudiados, avergonzados, y serán la muestra de lo que nunca debe de ser un periodista.

Sé que ahora no es la situación actual. Sé que ahora están en sus burbujas del olimpo protegidos, pero esas burbujas no son eternas, no son irrompibles, y tienen fecha de caducidad. Si me equivoco o acierto, el destino lo sabe, y el futuro lo enseñara. Mientras tanto, yo sigo aportando mi granito de arena, y os seguiré explicando vivencias, opiniones y experiencias reales, de mi vida personal, en esta serie de artículos dedicados a la pandemia y la criminal dictadura sanitaria. Espero que os sirva de cultura y conocimiento sobre esta lúgubre, retorcida y oscura etapa de la historia humana.

 

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