Qué hacer cuando se tiene miedo a practicar bondage

Hay gente que le da miedo practicar bondage, tanto en chicos como en chicas. Esos estereotipos antiguos de que los chicos son más valientes que las chicas es una estupidez enorme que no sé quién lo dijo en la antigüedad, pero es una mentira inmensa. Todo el mundo puede o tiene miedo en algún miedo de su vida, indistintamente de su género, y hoy voy a hablar del miedo en el bondage.

"Qué es el miedo"

Comienzo diciendo que el miedo es una reacción emocional, básica, primaria y universal, desde que éramos simios, ante lo que podemos considerar un peligro. Da igual si ese peligro es real, es una imaginación de nuestra mente, es inminente, es mañana o es dentro de un año. No importa el plazo de tiempo. El miedo seguirá existiendo, indistintamente del cómo o el cuándo, porque surge por un sentimiento de desconfianza, de inseguridad, de debilidad, de inferioridad o de negatividad, que le genera el temor de ocurrirle algo malo.

"Por qué hay gente que tiene miedo al bondage"

La gente que tiene miedo de practicar bondage piensa que se pueden romper un brazo, o sufrir una lesión, o les pueden secuestrar, o torturar, o violar, o matar, o descuartizar, o robar, y mil cosas.

La base lógica de estos pensamientos es que el ser humano está lleno de psicópatas, asesinos, violadores, ladrones, traidores, mentirosos, estafadores, chalados, y yo, que mis seguidoras o seguidores ya sabéis que me da asco la gente desde mi infancia, en este punto concreto les doy toda la razón. En este planeta tenemos cocodrilos, leones, tigres, tiburones, orcas, serpientes venenosas, osos, y mucha fauna poderosa, pero el mayor depredador del planeta es la especie humana. ¡Hay que joderse! El ser humano es torpe, patoso, cegato, despistado, atontado, lento, vago, quejica, llorón, cobarde, y sin embargo, es el mejor asesino, el más cruel y el más despiadado. ¡Pues menos mal que somos todo eso! ¡Si no, lo llevamos claro!

Apartando esta base, también hay otros desencadenantes de estos miedos a practicar bondage, que pueden ser lo que han leído en redes sociales, lo que le han contado otras personas, lo que le ocurrió a una amiga de tu amiga que le contó su amiga sobre una amiga suya, ¡más surreal imposible!, o simplemente lo que se ha inventado en sus propias paranoias por sí solo o sola.

"Por qué otra gente no tiene miedo"

La ciencia bioquímica y fisiológica te va a contar que el miedo es un producto del cerebro y que interviene en su creación distintas hormonas, o sustancias neurotransmisoras como la dopamina. Dependiendo de la fabricación en la amígdala cerebral, o digamos en cada cuerpo, porque verás cómo en unos meses los científicos cambian de opinión, se puede tener más o menos miedo. ¡Así de fácil! ¡A tomar por el culo todo lo demás! ¡De verdad que hay que tener mucha paciencia con esta sociedad!

Para mí, la ciencia es un mercenario que se vende al mejor postor, y tenemos de clara demostración la pandemia, en la que han salido miles y miles y miles y miles de expertos científicos por televisión. Han aparecido científicos de hasta debajo de las piedras, buscando su fama, su popularidad, su minuto de gloria y convertirse en estrellas mundiales. Sin ir muy lejos, en nuestro propio país tenemos algunos aborrecibles personajes, con un ego y una vanidad desbordada, que se creen leyendas, por ser sólo un profesional de un hospital básico en una pequeña ciudad.

En realidad, el miedo se puede tener, se puede adquirir o se puede educar. No es todo química. Por ejemplo, yo conozco una persona que tuvo un hija, y su madre le iba apartando y asustando a los perros, toda nerviosa, cada vez que se acercaba un perro a su niña, aunque sólo sea para jugar. Esa niña hoy es adulta, y les tiene pánico a los perros. Fue educada para tener miedo a los perros, y este es el miedo a través de la cultura y el condicionamiento educativo.

Otro ejemplo sería un vagón de metro o un tren parado en un túnel porque se ha estropeado. Si todo el mundo está tranquilo, la situación está controlada. Si una persona entra en estado histérico y sale corriendo, habrá gente que se pondrá histérica también de miedo y saldrá corriendo. Copiara su actitud de miedo.

Por lo tanto, el tener o no tener miedo intervienen muchos factores. Dependerá de la educación, de la cultura, de la capacidad de control, del saber, de la experiencia, de la preparación, de la seguridad en uno mismo, e incluso de las creencias.

Todo ello hace que en situaciones idénticas la gente tiene reacciones muy distintas. Hay gente que se ponen serpientes por el cuerpo o agarran arañas con las manos, pero hay otra gente que ve la serpiente y las arañas y salen cagando ostias aterrorizados, pero la situación es idéntica.

En bondage ocurre lo mismo. Hay chicas o chicos que ven cuerdas y se apuntan tranquilos y sin problemas, y hay otro grupo que se vuelven neuróticos y les brotan en su cerebro todas las paranoias del mundo.

"Para qué sirve el miedo"

El miedo es un arma de defensa, que nos hace evitar, atacar, amenazar, repeler o escapar de una situación en el que consideramos corremos un peligro.

Una parte teórica psicológica dice que tener miedo es positivo porque hace a las personas reaccionar, pero yo no estoy totalmente de acuerdo con esta teoría, aunque he de reconocer que una parte de verdad sí tiene con determinados sujetos. Sin embargo, también muestro mi diferencia en la opinión porque el miedo también paraliza a mucha gente y no saben qué hacer, se quedan bloqueados, en cuyo caso están jodidos, ya que su miedo juega en su propia contra, y el aliado se convierte en el principal enemigo.

Desde de mi punto de vista entonces, el miedo, como muchas otras emociones y circunstancias de nuestras vidas, puede ser negativo y peligroso para uno mismo, si no se sabe controlar o gestionar.

"Quién tiene la emoción del miedo"

Todos hemos escuchado, una o millones de veces, según hables con una o millones de personas, la frase de que ellos no tienen miedo. ¡Que valientes! ¡Superhéroes! En los bares de borrachos te sale el típico macho hombre de la selva que mata elefantes con sus propias manos. ¡Di que sí! ¡A ver quién dice burrada mayor!

Después, a la hora de la verdad, la gente le tiene miedo a todo. ¡A todo! Hay gente que ve una rata y sale de la cocina o del almacén como si hubiera un incendio o un terremoto, y puedes sumar a la lista las arañas, las inyecciones, las tormentas, la oscuridad, volar en aviones, y hasta que se te escape un pedo en autobús.

Es imposible vivir sin sentir miedo en algún momento. Nadie se libra, pero el uso de la razón, el instinto y la inteligencia, nos debe de dar las herramientas suficientes para vencer y afrontar esa situación.

"Cuándo es un problema el miedo"

El miedo es un problema para uno o una mismo/a cuando te limita. Dicho de otra manera, tener miedo es negativo y perjudicial cuando te hace quedarte sentado en el sofá porque no te atreves salir, cuando no haces lo que te gusta porque te preocupa lo que te puede ocurrir, cuando no disfrutas de la vida, o cuando vuelve al idiota más idiota de lo que ya es.

El miedo es un problema cuando tienes treinta años y todavía le tienes que pedir consejo a tus amigos por si vas o no vas a tal sitio, o cuando no tienes el valor de tener tu propia opinión y pensamiento, y adoptas lo que te dicen los demás por tu propio ideal. ¡Treinta años, y así de infantil e inmadura! A esa edad, los pulpos van ya por la sexta generación.

El miedo es un problema cuando provoca que vayas acumulando fracasos, rechazos, pérdidas, y se ha convertido en una barrera infranqueable que no te deja atravesarla, perdiendo oportunidades una tras otra porque el miedo te dice que estás bien como estas, que estas segura y cómoda, cuando en verdad sólo es engañarse a uno mismo por justificar su miedo.

El miedo es un problema cuando te sabotea y es tu propio enemigo, y te convierte en una persona débil, asustadiza, retraída, indecisa, insegura, sin confianza, sin sacrificio y sin fuerza de voluntad.

"Las excusas patéticas cuando se tiene miedo a practicar bondage"

El bondage es mi estilo de vida desde mi infancia. Yo era el típico niño que jugaba con los muñecos y los ataba con cinta aislante o con gomas elásticas, sí, sí, lo reconozco. ¡Ningún problema! Ahora ya no ato muñecos, lógico, porque tengo pareja y practico consentido con gente mayor de edad, y tampoco tengo juguetes ni muñecos, pero trae un oso peluche y te lo amordazo y te lo ato. En mí el bondage está en la genética.

Lo llevo con total naturalidad y espontáneo, y hablo de bondage como puedo hablar de la lluvia, deportes, política, viajes, y cualquier otro tema. Esto significa que llevo más de treinta años hablando de bondage con todo tipo de gente, conocidos y desconocidos, chicos y chicas, siempre mayores de edad y que quieran hablar, claro, porque cuando yo era joven le comenté a una amiga del instituto que me gustaba el bondage, y no me habló nunca más. Me dejó de llamar y hasta de saludarme. ¡Ningún problema tampoco! Las amistades crecen, se renuevan, se hacen de nuevas y otras desaparecen. Es un proceso normal y habitual.

En tantas miles de conversaciones durante tantos años he hecho montones de propuestas, juegos y sesiones, y he visto el miedo de la gente salir a flote. En toda mi vida sólo una chica ha reconocido que le gustaría practicar bondage, pero con toda sinceridad me dijo que el miedo le superaba y no se atrevía. El resto son excusas que la gran mayoría no se han trabajado nada. Me han dicho que se quedaron encerradas en el ascensor, que perdió la dirección, que se le escapó el tren, que le llamaron para hacer de niñera ese mismo día, que le robaron la cartera en el metro, o que se le murió el móvil, que todavía no sé qué significa morirse el móvil.

Me han dado una colección de excusas ridículas que un día intentaré reunirlas todas, porque nos vamos a reír mucho. Las más habituales son dar plantón directamente, no dan excusa ni se disculpan, o que se ponen enfermas justo ese día. Es un clásico la excusa vulgar y simplistas el dolor de barriga, que le sentó mal la comida, que se levantó con fiebre, que estaba resfriada, y similares.

Toda esta lista de excusas simplemente demuestra que el miedo les supera, que son personas sin valentía, sin coraje, sin compromiso, sin honestidad, y yo siempre he dicho que para mí la actitud es fundamental, y yo no trabajo ni soy amigo de esta gente.

Después de tantos años de experiencia, conozco la realidad del miedo de la gente y su actitud deplorable, y siempre tengo planes alternativos preparados cuando quedo con alguien, porque en muchas ocasiones se rajan y te dan plantón. Por algo es gente.

"Cómo superar el miedo al bondage"

Yo nunca doy consejos y nunca digo a nadie cómo se ha de comportar, porque esto es esa ley no escrita de que le dices a alguien que para superar su miedo a los ascensores ha de esforzarse y entrar en un ascensor, y justo ese día se estropeará el ascensor. Es como la ley de Murphy.

Yo nunca he convencido ni he intentado convencer a nadie. Simplemente, a mí me gusta el bondage y comparto mi afición con personas que le gusta practicarlo en la misma actitud. No voy a perseguir, ni insistir, ni convencer, a nadie, por practicarlo. Quien quiera, perfecto, aquí estoy; quien no quera, en el mundo somos más de siete mil millones de personas. ¡De sobras! En cien años no tengo tiempo de conocer a todo el mundo.

Mi actitud respecto a esas personas que tienen miedo es muy claro. Vencer o superar el miedo depende de ellos y ellas exclusivamente. Pueden intentar vencer su miedo por su propia iniciativa, poniendo sacrificio, competividad, fuerza de voluntad, capacidad de superación, entusiasmo y otros factores, pero repito por segunda vez que esto depende sólo de ellos y ellas.

En el caso de necesitar ayuda, yo no tengo licenciatura ni la titulación homologada para ejercer de psicólogo y mucho menos de psiquiatra. No soy ni psicólogo ni psiquiatra, no estoy formado en estos campos, y yo no ejerzo esta función.

Si alguien quiere venir y practicar bondage, mi teléfono y mi email es público. Puede venir y divertirse, y si esto le sirve para superar su miedo a mí no me tiene que dar gracias por nada. Yo simplemente pongo las cuerdas y mi forma de ser. Las motivaciones y los miedos dependen únicamente de la otra persona, y son suyos.

"Cómo valoro yo la actitud y el miedo"

Tengo fama de ser muy claro y muy directo. No tengo nada de hipocresía, y las apariencias de quedar bien me las paso por el culo, y en el tema del miedo al bondage soy igualmente claro y directo. No hago excepciones nunca en nada.

Comprendo el miedo de la gente. ¡Por supuesto que sí! El miedo forma parte del carácter. Incluso yo también puedo tener miedo en determinadas situaciones, pero en la batalla entre el miedo y el uso de la razón siempre ha de vencer la razón. Si esa batalla la gana el miedo estás perdido o perdida.

Ante una situación que podemos considerar comportar un peligro, hay que usar con total eficacia la razón y la inteligencia. Mi estrategia es anticiparme y preparar reacciones al hecho que puede advertir el miedo. Expongo esos posibles sucesos, los valoro, los analizo, los estudio, los desgrano, contemplo sus variantes, sus otras posibilidades, y preparo defensas, ataques y reacciones tanto para el propio suceso sospechado como las variantes. No me sirve un solo plan. Planeo todas las respuestas que sean necesarias, sin límite. Respondo con la dureza que merece el peligro, y todo es posible.

Thyffany y yo hacemos muchas locuras y tenemos situaciones peligrosas. Por eso siempre hablo de las medidas de seguridad en muchos artículos y galerías de fotos bondage. Los vehículos tienen sus medidas de seguridad. Tirarse en parapente o hacer puenting o rafting tienen sus medidas de seguridad. Construir un edificio tiene sus medidas de seguridad. Un concierto, un partido de fútbol, una carrera de motos, tiene sus medidas de seguridad. Todo tiene sus medidas de seguridad. ¡El bondage, también!

Nosotros siempre decimos ¡adelante! El miedo no nos frena. El miedo, simplemente, varía las medidas de seguridad. Dicho un número al azar como mero ejemplo, sin ser real, en cada sesión de bondage tendré un mínimo de diez medidas de seguridad, por decir una cifra inventada sin dar pistas, pero si por alguna circunstancia el miedo advierte de peligros adicionales, tomaré todas las medidas de seguridad adicionales que hagan falta, aunque sean quinientas, y añadiré quinientas más para eliminar el margen de error y dejarlo en cero. Pero seguimos adelante. El miedo no nos puede parar, porque los riesgos existen incluso para cruzar la calle. Los peligros son inevitables, y el juego es estar preparado, entrenado, despierto, prevenido, astuto y rápido, para contrarrestar el riesgo. La vida es conseguir el máximo número de victorias hasta el último de los días.

Esto es lo que Thyffany y yo aplicamos en nuestras sesiones de bondage, lo que opinamos del miedo en el bondage, y lo que aplicamos en nuestra vida real, en cualquier faceta y ámbito.

"Qué hacer con la gente que tiene miedo"

La gente que tenga miedo y se quiera quedar sentada en el sofá, está en su derecho. Es su sofá. Por mí pueden dibujar la forma del culo en el cojín, o se pueden tumbar. Me da igual. Es su sofá. A mí no me gustan los sofás, y no voy a ir a levantarlos del sofá. Ya se levantarán cuando les dé la gana, y si quieren.

Hay otra gente que escriben orgullosos en sus perfiles o blogs las ridiculeces de sus miedos. Es su teclado. Por mí pueden escribir hasta que se borren las letras de la tecla. Están también en su derecho de escribir. Es su ordenador, es su móvil. Es suyo. Es cierto que esos textos pueden contener muchas paranoias y mentiras y hay gente que se lo puede creer. ¡Pues que se lo crean! Ganamos el descubrir dos cobardes por partida doble. Por una parte, el que escribe sus miedo, y el otro quien se cree los miedos de los demás y los hace suyos. ¡Dos invitaciones que nos ahorramos de enviar!

Yo nunca juego ni hablo ni animo ni convenzo a la gente que su miedo les paraliza. Hay decenas de miles de personas en el mundo con una actitud positiva, animada, segura, decidida e inteligente, dispuestas a practicar bondage sin ningún problema, que no quieren quedarse de simple espectador o espectadora sentados en la butaca del teatro de la vida y ver cómo tira por la borda el poder disfrutar de la vida. Hay mucha gente que no quieren ser aburridos y aburridas, y quieren subir al escenario, actuar y ser protagonistas. Es cuestión de moverse, de buscar, y de paciencia para encontrarse y compartir aficiones de una forma libre, mutua, mayores de edad y consentido.

Esta es una de las características muy marcada de mi estilo de vida, de mi forma de ser, de mi ideología, de mi opinión, y de mi creencia. Lo he dicho mil veces. Creo en el destino. Yo creo que el destino está escrito, y esconderse por los riesgos que se imagina la gente por sus propios miedos no va a evitar que el destino se cumpla. Querer esquivar lo que el destino ha escrito es una estupidez inútil y una absurda pérdida de tiempo. De una manera u otra, el destino se cumplirá infalible, inevitable y seguro.

 

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