Sesión - LAS EXTRAÑAS SOMBRAS GRISES
Men bondage. Chicos atados. Aquel templado día de noviembre salí con dos amigos a buscar setas por los bosques de estas nórdicas montañas, y para poder recoger el mayor número de setas decidimos que cada uno buscara en diferentes zonas de la montaña, dado aquí vivimos desde que éramos pequeños y conocemos bosques y montañas al milímetro y en su profundidad. Yo decidí ir por la cara norte, donde da menos el sol y donde por sus condiciones de humedad y temperatura hay un clima idóneo para recoger setas. Llevaba conmigo dos cestos, el cuchillo para cortar las setas, y una mochila con agua, bocadillo y productos clásicos que llevamos las personas. |
La cosecha comenzó muy bien. Corté una seta, la segunda, la tercera, pero con el cesto ya medio lleno levanté un momento la mirada al cielo. El bosque estaba tomando una tonalidad oscura, muy sombría, grisácea, como si estuviera nublado, pero al levantar los ojos vi que estaba azul. Pensé que sería sueño por levantarme muy temprano y seguí cortando setas, pero entonces se acentuó el tono apagado de las sombras. Faltaba luz, iluminación, visibilidad, con recodos casi como si fuera de noche, y volví a mirar si veía alguna nube. Seguí sin ver nubes, y pensando que eran tonterías mías volví a cortar setas. Entonces me di cuenta que, a cada seta que cortaba, mayores eran las sombras, y al centrarme con detalle a mi alrededor vi algo increíble en las sombras. |
Resultó que el árbol curvado tenía las sombras rectas. Los arbustos bajos que apenas alcanzaban mi cintura lanzaban unas sombras que se perdían en el infinito, y la sombra que se tendía por el suelo como una alfombra no tenía explicación porque nada proyectaba la sombra. La sombra de las ramas dibujaba el mismo filo que la punta del cuchillo con el que cortaba las setas, y las sombras finas y alargadas se agitaban y se movían, iban de norte a sur y de este a oeste, cuando no soplaba nada de viento. Había zonas oscuras en los que la visibilidad era nula, y de esas sombras salía otra sombra que corría como la liebre por el campo Acojonado salí por patas para reunirme con los amigos y explicarles que algo raro estaba pasando, pero al querer arrancar vi que no podía. Mi planta del pie ensombrecida estaba unida a la sombra del suelo, y las sombras de enfrente de mí comenzaron a subir por mi cuerpo como la serpiente que trepa por su presa. |
Hice el gesto de expulsarlas como quien quiere expulsarse las hormigas o los bichos que le suben por la camiseta, pero las sombras eran inmunes al tacto. Empujaron toda mi ropa de cintura hacia abajo, destriparon la camiseta que hecha jirones cayó sobre la hoja seca, y la tierra de repente se mostró hambrienta. Abrió como quien abre el paso a las raíces, y toda mi vestimenta se hundió hasta no quedar ni rastro del cordón de las zapatillas. Improvisé la lucha, porque ya me diréis cómo se pelea contra las sombras, pero todo forcejeo fue en vano. Noté que mi pierna atrapada por las sombras se levantaba, y unas lianas de un tono rojizo o granate jamás visto emergieron de entre el follaje caído. Se enrolló por mis tobillos y mis rodillas, apretó por los huecos interiores de tal forma que el talón quedaba inmóvil mirando de cerca el culo, y como el arquero que lanza la flecha se arrojó contra el troncó del árbol más cercano. Se lio y anudó dejando mi pierna bien atada, y yo, por no perder el equilibrio y meterme la ostia padre, levanté los brazos para agarrarme del tronco y seguir erguido. |
En ese momento vi brotar hilos de la liana entre la corteza del árbol, y a un velocidad vertiginosa que es incapaz de alcanzar o de superar el ser humano se enredó por mis muñecas. Atrapó mis manos atadas por las muñecas, y dado partió del tronco me encontré atado con los brazos atados en alto y sin posibilidad de escapar. Quise gritar, llamar a los amigos, pero una inmensa bola salió despedida de no sé dónde, y sin freno se empotró dentro de mi cavidad bucal. Sombras que se ceñían a mi rostro apretaron la hebilla hasta quedar amordazado, y tras un parpadeo de furia y fuerza vi que, al intentar mirar de nuevo las sombras, me era imposible por tener los ojos vendados. |
Justo en ese momento volvió la calma. Avanzó la mañana, sin encontrar yo la fórmula de cómo escapar, y ya cuando el agotamiento se notaba en los brazos adormecidos oí por mi alegría la voz de mis amigos. Me desataron rápidamente y me preguntaron qué me había pasado, pero al contarles la historia no me creyeron. Entre risas dijeron que yo había estado con mi novia en lugar de buscar setas, y que al venir ellos mi novia se había largado para que no nos pillaran follando. Ya libre y desatado, caí en su comentario de las setas. Miré mis cestos, y en efecto no había ninguna seta. Estaban vacíos. Miré entonces el suelo del bosque, y ahí estaban de nuevo todas las setas, relucientes, sanas, intactas, con su raíz en el terreno y al cobijo de las sombras tenebrosas. Les dije que se hacia tarde, que teníamos que ir a comer, y volvimos para casa con la lección aprendida de que las setas son del bosque, y no se tienen que recolectar, y no se han de tocar. Lo saben muy bien las personas que se equivocan y las cogen y se comen setas venenosas y mortales. Están protegidas por las leyes de la naturaleza. |
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