Sesión - LA MALA LECHE DE LA VACA
Men bondage. Chicos atados. Aquel fin de semana decidí aventurarme a explorar nuevas montañas y bosques que para mí, hasta esas fechas, me eran desconocidos. Tomé coche y empecé a conducir en dirección a las altas montañas que se veían lejanas en el horizonte. Llegar me supuso recorrer más de doscientos kilómetros, parar a repostar gasolina, adentrarme por carreteras solitarias donde sólo se oía el ruido del motor y los cantos de aves y cigarras, y con este sistema tan maravilloso llegué al paisaje que había deseado conocer. Aparqué en un pequeño espacio abierto de hierbas y tierra donde justo encajaba el coche, tomé la mochila con agua, bocadillo, cámara de fotos, y mil cosas que llevo siempre dentro, y por tramos donde no había sendero empecé a adentrarme ayudado por mi famoso y extraordinario sentido de la orientación, dado con apenas cinco años yo ya jugaba solo en los bosques que había alrededor de mi casa, sin perderme nunca. |
Me llamó mucho la atención, tan sólo arrancar los primeros cinco metros de andar, la escasez de maleza baja, matorrales e hierbas. Es cierto que los árboles eran grandes, y sus copas de sombras espesas evitan que crezcan árboles cerca de ellos, lo cual es un sistema de la naturaleza para garantizar la supervivencia de árboles grandes. Busqué la causa de este bosque tan limpio. No había marcas de sierras o hachas en las ramas o los troncos, por lo que por primera vez no era obra y culpa de la mano humana. Tampoco lo pensé, porque estaba muy bien hecho y muy limpio, y la gente hace todo lo contrario, lo deja cerdo y sucio y maltrecho. Corzos y jabalíes no son tan hambrientos como para devorar tanta maleza, y entonces hubo un detalle llamativo que me dio la respuesta. |
Fue al mirar las piedras, que vi una especie de piedra que desentonaba y no encajaba, porque en realidad no era una piedra. Era mierda de vaca seca. No sé si sabéis de animales, pero la mierda de vaca es un pegote inmenso que cuando se seca es duro como una piedra. Además, es impermeable, y antiguamente, hace muchos años, lo usaban los criadores de abejas y los apicultores que hacen miel. Hacían colmenas circulares, y para proteger y aislar la colmena la untaban de mierda de vaca cuando aún no estaba seca. Después, al secarse, crea una capa impermeable donde no pasan insectos ni lluvia, y queda duro como si fuera cemento. En algunas zonas de África, donde todavía se vive en aldeas remotas en el método de hace muchos siglos, hacen el suelo de su cabaña con mierda de vaca, pero no os asustéis. No se ensucian los pies, no hace peste, no hay bichos, etc. Su sistema es untar todo el suelo con mierda de vaca aún líquida. La esparcen por todo el suelo, la alisan como si fueran las baldosas de tu casa, y la dejan secar. Una vez seca, tienes un suelo duro como la porcelana o el gres de tu casa, liso perfecto, y hasta según cómo le dé la luz resulta que tiene un brillo especial, y no huele y no hay insectos ni ensucia. Es como el alquitrán de tus calles. Es bueno saberlo porque es buena la cultura. |
Absorto en mirar de no pisar ninguna mierda fresca, porque entonces sí que tienes un problema asqueroso porque se te hunde media zapatilla, oí un ruido de pisadas a mi espaldas. Me giré, y a una distancia de 30 metros vi un rebaño de seis vacas, y una vaca tenía un pequeño ternero. Todas las vacas se largaron cuando me vieron, excepto la vaca del ternero. Me miraba atenta y chafardera, como la vieja cotilla que se pasa el día mirando por la ventana o en la puerta, y le hice un gesto para que se fuera, pero la vaca siguió en su sitio. Le tiré una piedra sin querer tocarla, pero la hija puta no se movía. Tiré una rama rota, que tiene mayor volumen y hace más ruido, pero la puta vaca era sorda o cegata o tonta, porque siguió en su sitio sin moverse. |
Decidí seguir mi camino y que le dieran por el culo a la vaca, pero la vaca se puso a seguirme, siempre a la misma distancia, al mismo ritmo, y sin quitarme mirada. Me fije que su ternero mamaba apacible, y decidí por la estrategia de echar al ternero, y así la vaca mamá se iba. ¡Joder! ¡Qué listos somos los humanos! ¡Tenemos ideas que son la hostia! Me acerqué queriendo asustarles, pero la vaca no se movía. Llegué a 20 metros de distancia, pero la vaca seguía sin moverse. ¡La madre que la parió! Me puse a 10 metros de distancia, y seguía la zorra sin moverse. Estaba a 50 metros, ¡y nada!, ¡todo igual!, ¡que no se larga! Entonces tuve otra día genial, que fue ser un poco gamberro, coger la ubre de la vaca, y mamar su leche como si fuera su ternero. ¡Somos de inteligentes los humanos que te cagas! |
Apreté la ubre, y eso no es tan fácil como parece. ¡En las botellas del supermercado sale más fácil la leche! Apreté fuerte, giré para la derecha, retorcí a la izquierda, empujé hacia arriba, estiré hacia abajo que casi me quedó colgando como un columpio, ¡pero ni una puta gota de leche salía! ¡Y la vaca que no dejaba de mirarme! ¡Ya me estaba poniendo nervioso tan mirar fijo! ¡Así no me puedo concentrar y sacar leche! Insistí de nuevo, y por fin salió el chorro. El primero se fue contra mis pantalones, y me empapó toda la pernera. Luego ya puse la boca y apreté igual, y al instante sentí un gusto muy fuerte de su leche, espesa, densa, con un sabor especial. Apreté hasta en cinco ocasiones, pero la vaca no se iba. Me miré a la vaca, y le dije que si no se iba le iba a vaciar la teta. ¡Yo qué sé! ¡A lo mejor habla idiomas y me entiende! ¡Por probarlo no se pierde nada! |
Llevaba ya casi un litro, con la barriga que se hinchaba como un globo, cuando sentí debilidad en mis brazos. Sentí perder fuerza, las piernas flaquear, los párpados caer, y sin apenas tiempo de reaccionar caí dormido como si fuese su leche anestésica. Desperté no sé cuánto rato después, y al recobrar el conocimiento me llevé una sorpresa inmensa. Me encontraba estirado todo recto en el suelo, desnudo, con unas cuerdas que mantenían mis manos atadas a un tronco por encima de mi cabeza, y otras cuerdas en mis piernas que estiraban atando mis tobillos a otro tronco en el lado opuesto. La presión y tensión me mantenía estirado todo recto, con una bola en mi boca que me mantenía amordazado, y sin poder ver nada porque una venda en los ojos me tenía con los ojos vendados. Forcejeé por desatarme, empujé con fuerza durante una hora larga, pero agotado ya dejé de lucha, y me quedé a la espera de algún milagro. Empecé a pensar cómo había ocurrido eso, cómo había sido posible, y recordé la historia que había leído de que las vacas custodian estos bosques. ¡Pensaba que era metafórico! ¡Pero veo que se lo toman en serio! Le hubiera dicho a la vaca que yo sólo iba de paseo, pero es que en su idioma yo no sé decir ni mmmmuuuuuuuu. |
No encontraba forma de escapar de esas perfectas ataduras. Estaba perfectamente atado y era imposible escapar, pero no estaba incómodo y tampoco estaba asustado. A mí estas cosas me gustan mucho. Estaba sólo y abandonado, aunque es mucho mejor estar sólo que encontrarse con un primate de mierda que son los humanos, y pensé que tarde o temprano encontraría cómo desatarme, porque los humanos somos igual de listos que los caracoles de rápidos. ¡Joder si somos listos! Esperando encontrar la solución, pasó algo inaudito. Se levantó un viento feroz, terriblemente fuerte, casi como huracanado. El cielo se cubrió de una gruesa manta de nubes oscuras, y los árboles se fueron curvando. Apretaba el viento que me empujaba a mí también, y al final, de tanta presión, partió los dos árboles a la altura de las cuerdas. Rápidamente me solté, y justo al quitarme la cuerda de los tobillos el viento paró. Me quité la venda, y al abrir los ojos y parpadear vi los árboles intactos. ¡No puede ser! ¡Los oí romperse! había una cicatriz en cada uno, a la altura de las cuerdas, pero se erguían sanos y lozanos. ¡Tampoco pedí explicación! Me vestí y me largué. ¡Vaya día! ¡Mala leche tenía la vaca! |
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