Sesión - LA OTRA CARA DEL SETO

Men bondage. Chicos atados. Ese fin de semana Thyffany y yo nos habíamos alquilado una bonita casa rural muy cerca de los Prineos para hacer rutas y excursiones por la montaña.

Llegamos viernes al mediodía. Era un pueblo muy tranquilo, pintoresco, de muy pocos vecinos, y la señora que nos alquiló la casa esos días fue muy amable y atenta. Nos dio planos y mapas, nos explicó que por tal camino podíamos encontrar vistas espectaculares, por otro había una cascada y precipicios, por el que iba al norte nos podíamos encontrar osos, y en el camino que iba al sur nos aconsejó no acercanor a de un seto.

Nos contó que, apenas a unos seis kilómetros del pueblo, después de pasar dos puentes de madera para cruzar torrentes, hay cuatro curvas que, según la leyenda, creó una serpiente perseguida por los guardianes que custodian las montañas. Nunca lograron cazarla, y es extraño, porque tras la cuarta curva hay una recta de centenares de metros, con una visibilidad espléndida, pero aquellos guerreros sólo vieron piedras y nada más.

Rebuscaron bajo piedras, aplastaron setos, removieron copas de los árboles, pero no había ni rastro de la serpiente. Todo era normal salvo un seto de forma extraña, pues los costados de sus ramas tienen la forma de los colmillos de una serpiente, y en el centro tiene un hueco que es como la boca de una serpiente. Si se asoma, dentro es todo oscuridad, como la garganta de una serpiente, y si entras el seto te atrapa que no puedes soltarte, como haría una serpiente.

Aquel seto todavía existe, es ancestral, casi cuatro metros de alto por seis metros de ancho, que destaca por encima de los demás, y la señora nos dijo que no nos acercáramos al seto.

Los pueblos pequeños, y también las grandes ciudades, con la gente que se ha vuelto loca, están llenos de estas historias, y son graciosas y divertidas, pero a nosotros nos atrajo la curiosidad por ver el seto, y decidimos que en la ruta de excursión del sábado iríamos a ver esa forma tan peculiar del seto.

Salimos muy temprano al día siguiente, con las mochilas a tope de comida y bebida, y tomamos la ruta del seto. El paisaje era muy bonito. Cruzamos los puentes que nos había dicho, y al llegar a la primera de las curvas nos entró la impaciencia por ver el seto. Segunda curva. Tercera curva. Cuarta curva. Y ya en la recta, subimos apenas diez metros de la ladera que la señora nos explicó.

Había un seto gigantesco, muy grande, pero no vimos lo de los colmillos ni la boca por ningún sitio. ¡Era un seto normal! ¡Muy grande, sí! ¡Pero normal! Nos reímos, porque entendimos que están son las historias que se explican para divertir a los turistas, y Thyffany decidió ir bajando la ladera para seguir la ruta por la sendero mientras yo me quedaba un minuto más para hacer fotos al seto por todos los lados.

Fue al dar la vuelta al seto que en su reverso vi una especie de hueco que formaban por naturaleza las propias hojas y ramas. Para mi imaginación y fantasía no era una boca. Diría que era como una ventana, y me asomé.

Dentro no se veía nada. Estaba todo oscuro, como se fuera de noche absoluta, pero el espacio tenía la anchura suficiente para poder entrar la cabeza y los brazos. Metí la mano derecha, aparté las ramas por ver si entraba luz, pero al querer retirar el brazo vi que no podía. Pensé que se me había enganchado la camiseta en alguna astilla. Metí la otra mano, y de repente, algo increíblemente fuerte, como si fuera el enroscarse de una serpiente, se enredó por mis muñecas y me arrastró adentro del seto.

Algo se enrrollaba por mi cuerpo. Daba vueltas en horizontal y vertical al mismo tiempo que las aristas de las ramas me rompían la ropa en mil pedazos. Oía la tela hacer jirones, y al querer salir del seto sólo hice que enredarme mucho más. En tan poco espacio mis brazos fueron a la espalda por la propia opresión del seto, y sentí que mis manos se acercaban al máximo entre sí.

Decidí salir del seto dando patadas y corriendo, pero tropecé porque no me había dado cuenta que alguna hierba o algo como si fuera la atadura de una serpiente se había enrollado por mis tobillos y mis muslos. Caí, y en la caída me llevé con la boca todo lo que se interpuso en el camino de la caída, piedras, hojas, ramas, y mil cosas.

La ventaja fue que al caer quedó medio cuerpo fuera del seto. Me impulsé afuera. Me arrastré, rodé, y de pronto vi que no podía ponerme en pie. Estaba totalmente desnudo y atado, con las manos atadas a la espalda, pies juntos y piernas atadas hacia atrás, y un montón de cuerdas por el cuerpo. Una venda en los ojos me mantenía a oscuras con los ojos vendados, y una gruesa bola dentro de mi boca me tenía amordazado.

Quise desatarme, pero era imposible. No alcanzaba ninguno de los nudos, y la firmeza y solidez de las ataduras y de las cuerdas que me tenían atado era como si me hubiera atrapado una serpiente.

Dado tardaba en bajar, Thyffany subió a buscarme, y se llevó una sorpresa mayúscula al encontrarme tan maravillosamente atado. Vino hasta mí, y al quitarme la mordaza le expliqué lo que me había pasado. Le dije que había sido la serpiente por haberme metido en el seto, y Thyffany se reía mucho.

Thyffany tomó la cámara de fotos, y durante media hora me estuvo haciendo fotos de todos los ángulos, boca arriba, boca abajo, de costado, enfocando al horizonte con el cielo azul bonito, enfocando en vertical, y muchas más fotos.

Al desatarme tiramos las cuerdas al suelo, y ocurrió algo increíble. Las cuerdas empezaron a reptar por el suelo, como si fuera una serpiente, y se metieron por rendijas minúsculas a ras de suelo dentro del seto. Desaparecieron todas de nuestra vista, y por las características del terreno no quedó el rastro sobre la tierra.

Ahora entendemos qué pasó. La serpiente escapó de los guardianes, y se refugió en ese seto. Allí todavía vive escondida, y al regresar de la excursión y acabar el fin de semana la señora nos preguntó qué tal lo habíamos pasado. Simplemente, le dijimos que nos lo habíamos pasado genial, pero no le contamos la historia, porque las leyendas y las fábulas han de seguir siendo leyendas para ser bonitas y mágicas.

 

 

 

 

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