Aquel teléfono móvil comprado el martes inaugural del abril primaveral me tenía maravillada, diseño estético embelesaba los sentidos y aplicaciones instaladas demostraban la tecnología avanzada, mas por ser sincera he de reconocer que, dos semanas después, seguía en su uso con un rosario de errores y traspiés.

Sin embargo, huelga no hay en la fervorosa ilusión, y empecinada practiqué a niveles que usted ni se imagina, desde el alba bostezar hasta la franja vespertina. En acera me advirtió anciana samaritana, ¡vigile señorita!, con la farola topará como una rana, y al semáforo me avisó un anónimo, ¡párate!, viene carro y el peatón bermejo del atropello es sinónimo. Al acostarme dignifico el significado de sonámbula, si preguntan por mí diga mi hermana que por el catre deambula, describe estoy al borde de la locura, con la vista cegada por el sueño y una obsesión por cuyo trasto se ha convertido en mi dueño.

Desánimo sería exagerado, dado domino el descolgar, surreal hubiera sido sonar el equipo y yo desvariar, ¡dónde narices está la tecla por contestar!. De ahí al siguiente paso fue su cámara fotográfica, muchedumbre compite por captar imágenes en el olimpo de las absurdas, ¡ironías de la modernidad!, son expertos con los filtros y patosos en el manojo de la estilográfica. Atestigua que ayer me envío mensaje una amiga, texto es una sarta de falta ortográfica, y a su premura requerí paciencia, ¡cachivache enfoca por detrás y por delante!, y al querer hoy capturar el cuco peinado de mi lisa melena rubia me ha salido un gordo pedante, andaba enfrente con un garbo petulante. Insistí, ¡tranquilas, compañeras!, tendré mi álbum de modelo, pero en mi torpeza actual he de ensayar tras las tapias hogareñas.

Miércoles presumí, ¡mirad qué he conseguido!, es un mosaico majestuoso de un fulgurante azul celeste, quedan a saya de la cornisa el manto de teja agreste, pero la asquerosa confianza que da la amistad se mostró exigente, ¡apunta a ti misma!, que tu hermosura ensimisma. Colegas del grupo aplaudieron la demanda, y al concluir cuyo jueves tomó el relevo decoré mi dormitorio, que en la ausencia del orden esparzo la vestimenta en un caos aleatorio. Prendas agolpé en el armario, por clasificar habré de utilizar el truco despótico de contratar algún becario, sábanas plegué cual mar mediterráneo en la costa ibérica esparce su sorprendente acuario, cuadro horrendo coloqué aquel rato bajo el somier, y al añadir un par de retoques ya aderecé la pocilga cochambrosa, ahora es un escenario del que estoy orgullosa.

Disparos acometo uno, y al revisar el fotograma me valoro increíblemente guapa, ¡vanidosa me tilda la envidiosa!, pero si vos hubiera sido incluido en el jurado habría estado conmigo de acuerdo, cabellos de un resplandeciente dorado y los ojos tintados de cual pardo cristalino rivalizan los lobos esteparios, odas le dedican en su coral los ruiseñores y canarios. Faz se ve tersa, reproduce fidedigna cuya juventud mía supera en meses la fecha cumplida de mi veinteavo aniversario, y por el sobresaliente adjudicado secundo el acto, tiroteo mi rostro que según avanzo he de ir variando el ángulo, lo encauzo recto o picado o en triángulo, apunto al núcleo terrestre o al satélite lunar, y enfrascada en ser original trazo una órbita inaudita, va desde el glaciar ártico al desierto saudita.

Viernes matinal prosigo con la aberración, retratos me tomo que se avergüenzan los cavernícolas de la línea evolutiva, debaten si nuestra especie se ha vuelto inteligente o primitiva. Debe su duda al tremendo aluvión de imágenes, en la prehistoria el esperpento les ha colapsado, mozo se plasma en el supermercado comprando harina, huésped enseña que a la estación ferroviaria ha ido por recoger su sobrina, feligresa emula en la terraza del bar con su taza de café, y ése ya no me pregunte el porqué, dado el perezoso ni habla ni baila claqué.

Camaradas de mi tropa insisten, ¡manda dónde andas!, y en complacer por simpatía delato calzada por cual transito, edificio en que habito y universidad que me imparte las lecciones de filología. Subo y publico de inmediato, y en las millonésimas que para humanos son inapreciables veo miles de otras secuencias, el aventurero se ilustra en su reto de espeleología, el imberbe se excusa con decir no sabe lo que hacía, y el inquisidor aprovecha la coyuntura para pregonar su retrograda hipocresía, aunque citadas son un mero ejemplo, es imposible saborear cuanto ejército de estampas contemplo.

Jornada ha sido ajetreada, aún soy neófita en mezclar la vida real con la red social, pues al regresar a la chabola descubro que no puedo descansar, allegada ha posado con su cuadrúpedo mascota, deportista muestra sus novicias zapatillas, inquilina divulga eufórica que ha bebido en la tasca del barrio con las cotillas, y debió de ser por el contagio de aquel frenesí que sentí la imperiosa urgencia de promulgar una serie de sandeces triviales, la silla me agradó, televisor es válido y sonrisas provoqué con un mísero jarrón escuálido, por su dejadez ya presenta un arcilloso esmalte pálido.

Rebasada la víspera mostré en la cocina mi destreza culinaria, notifico por evitar falsas esperanzas que nevera carece de lujosa gastronomía, avena y cereales son mi receta diaria. Añado carne fresca de vez en cuando, arroz me encanta y el pan elaboro con mi efectiva fórmula casera, es levadura y un ingrediente que combino ambos juntos antes de introducir en la caldera.

Pausa llega en la ramalazo que arruina el oficio a cualquier espía, por su despido me detesta a mí y a vos también el astuto arpía. Captura perecedera realizo en la alcoba, ¡buenas noches, voy a acostarme!, es cuyo epitafio le inscribo, mas en los instantes previos de apagar la luz una intrusa vislumbra en esquina recóndita una maleta amagada, quiso saber por los enseres que la tienen ocupada, ¡adivina su contenido!, ¡di cuanto quieras si te crees lista!, que yo no te voy a dar pista. Fue la culpable una conocida de la compinche que es pariente de cuya muchacha acude al gimnasio que heredó el nieto de esa abuela casada con el primero del carnicero, ¡joder, que lío!, mejor resumo en confesar que alberga su vacío unos artilugios inconfesables, y adjuntado infantiles emoticones me despedí del auditorio, he de reposar pues tengo un cansancio notorio.

Querida lectora y lector, ya en la confidencia que nos otorgan las letras impresas, y sin el agobio de esos zoquetes modernos, le confiero el secreto que en equipaje enclaustro artículo de índole sensual, sirven para engalanar mi seductora esfinge o incitar cuyas emociones asegura el sacerdote son pecaminosas, ¡dele al eclesiástico los juguetes!, y verá arreciar sus hambres viciosas. Curiosidad ávida le habrá estimulado dicho comentario, se lo voy a desvelar, ¡observe, obispo!, de cómo un folio sirve de confesionario.

Teléfono móvil pongo a grabar en modo privado, de chafarderos ajenos lo he desconectado, y sólo en la panza inaccesible de su memoria quedará guardado. Cremallera deslizo con ese gracejo que la imprime una sonoridad erótica, ¡prepárese!, redoblan los tambores por anunciar la majestad apoteósica. Estoy de acuerdo en que hay la posibilidad de que quizá exagero, en el calificativo de prodigio me refiero, y es probable que arrastrado por la inercia decaiga asimismo el adjetivo de grandioso, pero ¡estese atento al hallazgo!, que aun sea engreída le prometo va a satisfacer su intriga, el próximo párrafo el ascuas le mitiga.

Prefacio es un requisito, levanté la tapa y desde el suroeste cardinal el vigía ya divisa piezas que componen el aglomerado, vocifera a los grumetes que es un tesoro exquisito, aunque asomarse al marinero se lo impide egoísta, ¡orden transmite!, decirme quién es la propietaria, ¡ahí la tiene!, es quien escribe su épica de protagonista. Tripulante exige desvele al menos alguna alhaja, ¡tomar papel y lápiz!, la chiflada tiene de aquellos aparejos cuales sirven por amordazar, y un juego de esposas que al encajar sus bisagras logra las zarpas enlazar.

Chivato habló de un capote, es una longeva tela de corte rectangular que la costurera recurre de pegote, le sirve para remiendos o baratos arreglos, pero sirvienta aplica el retal soterrando las cejas, tropezará a oscuras como un pasmarote. Bajo su tapiz se distingue una especie de báculo, longitud escueta es del tamaño de un pepino, desatasca las cañerías cuando fontanero no lo atiende, es un sistema manual que de sus ganas depende. Calla le digo, desvelas altruista todo el inventario, mas la audiencia aclama su reportaje, y en un intento por desprestigiar al orador le manifiesto al respetable, ¡ignorarle!, es fábula de este secundario personaje.

Granuja revuelve los andrajos, ¡oye!, permiso se requiere para escarbar en mis harapos, pero con licencia crápula exhibe impúdico parte de mi vestuario, agarra disfraz de militar incendiario, se compone de minifalda donde se pliega el glúteo y top ceñido con aquel escote de cuya osadía se extinguió en las décadas de brujas, hoy al sastre en esos cortes le amonestan, ¡qué ostias dibujas!, tapa el desfiladero y por marear al pervertido pinta un rebaño anárquico de burdas burbujas.

Conmino lo almacene en su sitio, y aunque obedece el memo continua en su homilía, hay traje de enfermera, son transparencias con sus medias de rejilla, si usted le produce sarpullido cuanto refiere a bombarderos y cañones no se preocupe, tiene vestido blanco y transparente de enfermera, póngase en los genocidas hospitales y vendrá a su consulta del vagabundo al caudillo. Arrinconado y en el subterráneo hay colección de lencería sensual, modelos tiene en albo y en garzo, para lucir en agosto o en mayo o en marzo. Púrpura o encarnado y bermejo son para los pavos que exhiben su plumaje en el preámbulo por zamparse el conejo, turquesa lo reserva para cuyas fiestas acude con el rango de marquesa, y el endrino seduce en aquellos banquetes informales que le invite el anfitrión o un padrino.

Interrumpo yo tajante su charla, ¡vete a la taberna a liarla!, y ante las carcajadas de la tropa en platea expulso a todo individuo del teatro, ¡fuera!, urge la madriguera yerma dado me ha venido un antojo, agradara al calvo y al pelirrojo. Anhelo es una tontería, se trata de poder captar mi efigie en una escena tórrida, pues en mi fortaleza estoy protegida de obturadores ajenos, aparato se halla bajo mi control, y tampoco vendrán jovenzuelos encabritados como una manada de renos.

"Selfie amordazada fue mi primera foto erótica"

Armada de valor, me insuflé el brío esencial para quien es novata, y escogiendo casi fruto del azar mi bozal dilaté ambos maxilares, anidé esfera dentro de mi cavidad bucal, franqueados caninos e incisivos, conduje correas por mejillas en sus flancos respectivos, palpé la hebilla y apreté fuerte por culminar mi labor en abrochar tras cogote, prisas me incitan a tomar la caricatura al trote. Pulsé el círculo táctil, ¡y ahí estoy!, en pantalla soy yo, juro que si propago la instantánea se me insinúan pretendientes a miles, mas reservo mi valentía al ámbito íntimo, es un clan reducido e ínfimo.

Resultado fue satisfactorio, y eclipsada por un estímulo de jauría que nunca me he medido entré en cuya espiral diabólica quise prolongar la experiencia, hago una serie sin césar que al visualizar compruebo alguna he cortado por la glabela, en otra salgo inclinada y en la copia grotesca salen mis párpados a medio sellar, tengo la jeta que me urge borrar. Hay otro duplicado con la misma característica, y en las imitaciones hallo una foto cuyo paisaje ha de ser los piojos en el bosque, reconozco es un fiasco el enfoque. Otro ensayo me azuzo, ¡ahora de perfil!, y al ladear me propongo mostrar alguna seña idiota, una fuerza hercúlea me ha vuelto cabezota.

Al sexto aviso me detengo, ¡cantidad es innumerable!, y en el periodo sisado al sosiego noctámbulo he de testificar sincera que aprendí a distribuir los archivos, tal en esa carpeta y la pascual en cartera cuyo apelativo, si le desvelo debido a la imprudencia o la inocencia, me provocará un estupor abochornada, es mejor elección apagar el chisme y quedar callada. Soto manta me arropo, que ocultos en el cortinaje azabache salen de caza los vampiros y los búhos, me advierte el señor topo.

Amaneció una nueva fecha, teñida en esos pigmentos que no varían desde siglos, tan sólo el grado de matriz según sea un labriego madrugador o un millonario saqueador. Búsqueme a mí en el limbo entre sector, esbóceme con un arco labial claramente feliz, alzada del colchón sin ningún desliz, y ritual de arranque es idéntico, prevalece aseo que apremia, le sustituye el almuerzo y después me quedo en babia, desde mi infancia es el procedimiento auténtico.

Disparidad de aquel inicio matutino fue tomar la joya tecnológica, presione en dicha área y se hará la magia, mas debo de estar todavía bajo el hechizo anestesiada, que he acertado en la clavo y la mecánica sigue apagada. Insistí, plenamente convencida estoy de asestar certera, pero la mierda ésta se ha vuelto burra o se halla en rebeldía, pues en su vaga insistía, ¡mantén la calma!, me dije, presiento se ha quedado sin batería.

Congoja asoló todo mi ser, ¡aparten cucarachas y ácaros!, he puesto la sirena por enchufarlo a la corriente, pero en el transcurso de esta operación compruebo que su negativa sigue vigente. Tragedia se avecina, ¡no funciona!, al saber drama la prensa súbdita se hará eco en el panorama nacional, ¡mendrugos!, es un problema de abaste mundial. Ríen rufianes que no me entienden, ¡fíjese!, estoy de rodillas que le rezo, e incluso se lo pido por favor, ¡es en vano!, pazguato se niega a su labor.

Repito, ¡que te abras, cojones!, la desgracia cernida ha entristecido al esófago, desde su armadura torácica notifica que no percibe las contracciones peristálticas, ¡lo sé!, le contestan desde garita, bolo se suprime pues a gárrula se ha estropeado su juguete, ¡venga ya!, se requiere en la despensa su paquete. Discusión es de aliados, y en plena algarabía intercede el píloro, ¡oídme! duodeno añora suministro a la fábrica, ¡lo sabemos!, clamaron a su telegrama, pero celular de la vasalla se ha lesionado, ¡qué catástrofe!, enseñarle a esa atolondrada que es un instrumento pueril, alimentos son en realidad servil.

Insultos me doy por aludida, mas yo tengo mi disputa con el arma que cotiza, ¡necia majadera!, te invoca la vejiga con insistencia, lección se aprende de infantes que cuando azuza el silo repleto se ha de vaciar, oponerse es como al demonio invocar. Nefrona sana y vital me lo ha comunicado, la filtración glomerural se ha completado, ¡lo sé!, pero inalámbrico se ha escacharrado. Cretina me tilda, agravio es debido a que se han reabsorbido las sustancias útiles y consumado la secreción tubular, ¡a lavabo ya y basta de pulular! Impugno yo rotundo, ¡a mear voy tardía!, si es neceser al mediodía, aunque tuve por rebate un argumento contundente, de seguir sin orinar abre la uretra automática y me empapa toda encima, ¡claudiqué sin rechistar!, al inodoro acudo sentada para encestar.

Subsanada la trifulca, regresé al conflicto primordial, dado ha de comprender que la última actividad fue cuya fechoría comprometida se cataloga de obscenidad. Desesperada acudí a cual tienda lo adquirí, y al dependiente le advertí, dolencia mía es preferente, que apisono el conmutador y cafetera me repudia, mas con el examen exterior ya emite facultativo su pésimo diagnóstico, ¡servicio técnico se demora un mes!, es la selección optimista de su pronóstico.

Hecatombe devastó mi histeria, que hice mal provecho de las aplicaciones será su reproche, intimidad habrán descubierto y factura será un derroche, y abatida volví a mi morada, por otra vía ha de ser solucionada. Socio ha de ser mi ordenador, navegué por webs y foros o blogs y redes sociales, cada pestaña de mal en peor, dado hallo un taller de reparación, parece serio y fiable pero fíjese en su tarifa, le da para mantener el palacio a su califa. En otra factoría felicito su diseño, mas esa jerga propia de truhan instiga mi suspicacia, sacrifico la teoría erudita por la artesana eficacia.

Desamparar excluí, ¡lo reparo o lo destrozo a pedradas!, pero de pronto, camuflado en la pila de resultados, encontré un anuncio, a la solución pacífica con la electrónica ya no renuncio. Correspondía a una local, dista su sede cruzados dos distritos y a la parroquia en su reemplazo añada trilogía de ermitañas esquinas, donde enmendaban aquellas adversidades que a la gente obtusa se nos clava como espinas. Partí rauda con esos modales que le voy a arrollar, atleta olímpico debería de haber sido por batirme en meta, y tan sólo rebasar su acceso expuse concisa, ¡se ha muerto el cabrón!, por resucitar encuentra su guisa.

Plebeyo debía de rondar en torno a la treintena desde onomátisca de su nacimiento, altura suya tengo por referencia la alacena cuya portada del libro es un pimiento, dígame si estoy en un bazar o una frutería, y envergadura física es la común concebida, son de aquellos simios que merodean en cuya ordinariez nos pasa desapercibida. Greña es de un castaño avellana, y bípedo se erguía tras el mostrador, espacio reducido le permite desplazarse del hemisferio sur al norte en fila india, dado concede prioridad al cliente, arenal enjuto a simple vista es patente.

Reliquia mía le entregué, y con ese acento inquieto de quien se estrena en trepar la angostura de una vía ferrada le comuniqué el incidente. Permiso le di sin restricciones, ¡destornilla cuanta tuerca te moleste!, escanéalo o somételo a rayos laser, todo vale por su recuperar, y al compromiso de tenerlo al día siguiente recuperado expresé la incertidumbre que me acuciaba, justifiqué la custodia de números telefónicos y datos personales, robos perpetran ladrones y empresas criminales.

Quiso tranquilizarme, ¡soy un profesional!, y es consciente que en sus circuitos se esconde romances prohibidos y cuyas charlas con amores se redactan enaltecidos de libidos. Hospedan ilusiones y sollozos, proverbios que son espléndidos y comentarios que su autor arrepentido arroja a los pozos, pero cándido chaval no se inmiscuye en esos coloquios, reparar y cobrar son sus soliloquios. Justificación plasmó en cuyo tono cortés me relajó lo suficiente para poder paralizar esa voracidad de mi actitud angustiosa, y marché con la esperanza de ser banal la avería tormentosa.

Medicina se eternizó, y vencida la caducidad acudí sin mayor dilación, tal fue el exceso de puntualidad que en el circo aún no ha empezado la función. Maestro llegó cuando en las saetas del reloj restaba una pulgada para expirar mi elogio, ¡dime ya si se ha subsanado!, y alegría me transmitió al comunicarme que la traba se ha solventado. Un alivio inmenso me invadió mientras mancebo puso llave en la cerradura, remontó trinquete cual trababa, cedieron los goznes y ya en su interior volvió a lacrar, he arribado tan temprano que utensilios aún debe organizar.

Mera curiosidad, vencida por cuyo subconsciente liberal se queda las mayores porciones del pastel, pregunté si hubo de activarlo, ¡por supuesto que sí!, me respondió, pues cirujanos han de observar en radiografía que el hueso fracturado se ha soldado, y con la misma premisa actúa el técnico o el mecánico o el dentista que la muela le ha implantado. Gran verdad dice, mas dime si en el visor ha aparecido cualquier ilustración, ¡disculpa si soy pesada!, pero me aterra el pavor de que un anónimo descifra mis contactos o mis locuras, tremebunda mortificación cuya agonía me acribilla como un enjambre en sus picaduras.

Mozo matizó, ¡ayer resolví tus dudas obscuras!, y en mi recelo erróneo me sentí avergonzada. Sé perfecta su aclaración, pero el miedo innato es un defecto perpetuo, alguno le proclama virtud, mas supongo que mi virginidad en aquel repugnante ingenio ha de ser la causa de mi actitud. A genio mostré mi gratitud, y en un ambiente distendido de joviales risas masculló su discurso pasado, ¡sí!, afirmó convincente que de su faceta se excluye husmear, resarce y la remuneración es su recompensa, nulo es en su trajín indagar en aplicaciones o nubes que no reportan soluciones, y corroboré que a tal rigor fueron sus acotaciones.

Quedé parca de alfabeto, sólo una mueca tonta que se estratificó campante en la aureola de mi hocico, y adopté ese rito de expiar devota mi pecado, penitencia es anotar la lección y largarme discreta entre cuyos transeúntes borregos me sirven por surcar rumbo donde quiera con total discreción. A rival por molestias pedí perdón, y justo entonces advertí una frase inaudita, ¡te mentí!, es el título que me provocó confusión.

Trapera puñalada me engendró un cataclismo que la literatura suda tinta por describir, y que en lenguaje oral fue un lacónico ¡el qué!, si acaso de esta forma se puede transcribir. Repertorio de fotos vio, de las aceptadas a las rechazadas, pues me inquirió dónde creo están las papeleras de las tentativas eliminadas. Basura es virtual, se accede a los vertederos que acumulan los escombros de nuestros lares y existe la fórmula de allanar cloacas en mundos dispares. Copias obtuvo, en disco externo ha confiscado, dado mi belleza y frescura le ha excitado, y si de la exposición me quiero salvar he de aceptar las condiciones de su tratado.

"Técnico reparador descubrió las fotos bondage en mi móvil"

Estrategia ha logrado mis sentimientos a tomar por saco, ¡mentiroso hijo de puta!, dime tu soborno a cuánto asciende. Se apartó cual piloto esquiva la lluvia torrencial, y con sus glóbulos oculares escrutando cajones rasos musitó un sarcástico vocabulario, ¡esto no se trata de ducados o denario! Expolio incluye horarios de mis clases, motes de estudiantes tiene de la profesora a la cateta, el de pedagoga obesa es piraña y de alumna la mofeta. Decoración doméstica sabe milimétrica, domicilio radica en la avenida de dígito par y planta que da de lleno en la diana, alardea con táctica maquiavélica y ufana. Vástagos conoce cual si hubiera sido testigo del parto, árbol genealógico le falta un cuñado por descifrar al completo el lagarto, y rutas ha subrayado de dónde voy y reparto. Escabrosa ostentación es innegable, ¡de cuanto me pidas te doy el doble!, y ficha elimina el indeseable.

Cerdo hizo un pesimista vaivén con su testa, ¡qué quieres entonces!, desembuché en timbre tembloroso. Ardid es malicioso. ¡te voy a denunciar!, ir a gendarmería me desafío, en recaudo abrupto ha escondido el sumario, en liberarlo tendrá el patriarca y el octogenario. Imputar es derrota, ¡dime pues tus pretensiones!, que suplico por el fin de esa pesadilla, extorsión suya me raja la serenidad como el filo de una cuchilla.

En porte fanático, pisadas maléficas que se acercan sobre cuyas baldosas abatidas se declaran neutras, veo ha tomado el traidor un abalorio de la gaveta, ¡me equivoqué en la percepción!, palidecí al comprobar lleva asida una mordaza, ¡sigue el juego!, me susurró, ¡y documentos se harán ceniza en el fuego! Villano se colocó a mi envés, y en el mismo aledaño cual pingüinos monógamos en celo dilaté la quijada, soy presa de cuyo depredador me ansía devorada. Plegó las alas sobre sendos pómulos, hundidas cual enamorado estrecha sus tentáculos en la rama mandibular, unió en el escondrijo de mi nuca, abotonó las cinchas con aquel empuje que vilipendiaba mi maña, y a partir de ese instante idioma en cual me expreso es una retahíla de escasas consonantes, repito en demasía las efes y las emes que sólo interrumpen vocales esporádicas, pronuncio con ese acento de las a y las o hispánicas.

Pirata temible berreó, ¡quédate quieta!, con ese timbre embriagado de cuyo parroquiano se fosiliza en los taburetes del tabernero, profetizo voy a sufrir tortura del artero. Amenaza exclamó, y sin demora me aligeró de la ropa, descubrió el ombligo en su ofensiva desde popa, y al destapar el apéndice xifoides ya a proa se vio emerger la vertiente de mis pechos, ¡mirar!, clamaron turistas embobados, que la lona al rebasar el trapecio enseña sin tapujos las cumbres de los senos, pezones nevados no son canos sino cobrizos morenos.

Desprendida del escudo, tuvo el privilegio de conducir muñecas cruzadas a región de la quinta vértebra lumbar, lio una soga larga coronado el escafoides, donde el cúbito y el radio arrancan izada en sus mástiles, y estrujó el nudo en cuyo paraje impide el milagro de soltar su anclaje. Silueta mía fue la de rehén atada y amordazada, y bajo su jerarquía nos trasladamos al interior del cuchitril, montaña de cuerdas aguardaban impacientes sobre la mesa y un atril.

Emití un suspiro morboso en esa modulación que de querer vos igualar habrá deberá tener el labio sellado, pero en su parodia le ocurrirá tal cual me aconteció a mí, que el besugo se percató me he excitado. Monólogo ha cancelado, cháchara viperina consistía en un hilera de peligros y bravatas, rescate de mi secuestro tendrán que venir fragatas, mas avisos son de antaño, ahora se ha enfrascado en sumar nuevas cuerdas, enreda las vueltas en los abismos del húmero sin posar submarino en la tróclea o el cóndilo, rodea en la cañada urbanizada con esa ida y venida típica del mundano ascensor, y afianzó el amarre en aquel rigor troglodita que aplica el medieval censor.

Al zanjar su forjado sólo dispongo por movimiento de un liviano revoloteo a los oblicuos, propina es doblar a rozar las palmas al serrato posterior, pero quiso el bandido extinguir este aguinaldo con una idea genial, embrolló sirga en la región de la apófisis costal de la primera vértebra lumbar, circunferencia aplicó en todo el diámetro delgado a boina de mi cadera, y en tal pericia obtuvo al ganchoso, el pisiforme y la coral metacarpianos amorrados al área de la doceava vértebra dorsal, indefensa es cuya medalla condecora el subnormal.

Paréntesis que se cierne es debido a su misticismo, fija sus pupilas con ese fulgor de quien presume por tenerme esclava, aunque lisonja suya en mi narcisismo excava. Flamea su aliento adyacente a mi cuello, se recrea en aquel rictus de la lengua que muestra su ápice pero no relame, ¡hazlo!, reacción será que yo a los dioses del olimpo aclame. Percibo su brisa suave, sopla a esa temperatura de los céfiros africanos, al impacto voy a claudicar postrada de rodillas, pero tifón se desvía de las orillas. Sendero que retoma es inaudito, se escabuche a cuyo horizonte se hielan las fantasías, pero es una postiza escaramuza, dado retorna con un fajo de cuerdas que son excelsas poesías.

Porta objeto con cual se ensañara en su acerbidad, son pareja de orondos parches que en el grácil talento de su diseñador ha solidificado unidos en un antifaz de cuero, cubre desde la cofia del arco superciliar a zócalo del cigomático, y estabilizado logra dejarme en una penumbra de hollín pragmático. Hendidura palpebral puede a su antojo bregar, que bajo su techo no se filtra ni un sórdido resplandor de luz solar, y con los ojos vendados percibí su empuje, ¡arranca!, pateo sobre un suelo que cruje. Intuyo son tablones quejosos de cuya humedad me acentúa hay cinco grados menos, y en mis dotes detectivescas intuyo ha moldeado una especie de clandestina mazmorra, aquí despelleja a la paloma y la zorra, mas en mi deducción hay un error, es sólo el acotado vestíbulo, tras el postigo viene la celda del patíbulo.

Trayecto detuvimos rebasada la frontera, atmósfera aconseja por táctica encender la hoguera. Escalofrío me arrasó, ¡cálmate!, me espetó el zángano, ¡sudarás por derretir el guano! Inmóvil, ceñí la demora a delinear la galera en sus rasgos clásicos, terreno está despejado, pues con los pies descalzos me hubiera clavado tachuela en las cuñas o cuboides. Tampoco hay zarzales ni pedruscos ni corazas que componen androides, de haber peldaños me vería de bruces por la prohibición temporal de distinguir luces, ha de ser valle de cerámica lisa. Mutismo es impresionante, juraría me hallo al abrigo de fúnebres catacumbas, pues ruido no hay ninguno, ¡terrorífico!, decisión que he tomado impugno, ¡tarde!, o no me entiende o de mis murmullos se desentiende el cobarde.

Quieta en esa latitud, anciana campesina se burla pues soy cual tomatera plantada, me manda abrir las piernas de oriente a poniente desplazadas a cuyo margen me aplaude el arqueólogo, las egipcias pirámides antiguas tuvieron esa misma base y vértice, veamos el horóscopo qué predice. Déjese de timadores oráculos, por mis aptitudes al profetizar podrá llamar bruja, ¡cabrito!, entrometido me tilda hechicera, ¡puta!, ¡agorera!, pero ¡oiga!, que no me ha de insultar, dado en mi expresión me refiero se acabó el andar, no es niebla quien echa el freno, sino una cuerda en mi tobillo justo cuando de mi laringe exhalo cual gemido estalló como un trueno. Cernió con rigor, ¡sé sigiloso!, que de predicar la noticia vendrá el jinete y el prior, vaquero por azotarme con su látigo y párroco por violarme en su enfermizo furor.

Atadas a cuya lejanía se apaga el eco de un barranco a su opuesto precipicio, enroscó el cáñamo por sombrero de los maléolos, escaló a la gorra de la rótula, ¡dónde coño sujeta el ancla!, pues al pretender borrar la fenomenal uve arquitectónica compruebo que cualquier pugna es baldía, zancas son como cepas de uva petrificadas, entre sí se hallan al infinito separadas, ¡lucha!, me anima mi subconsciente, mas se ubican en las antípodas, ni doblarlas ni cerrarlas ni levantarlas ni desplazarlas, evite pactar santo y seña, millas que interceden el esfuerzo desdeña.

Fábula me narra el verdugo a pabellón de mi conducto auditivo, a este martirio sometían sus víctimas cuya tribu fue famosa por sus torturas cruentas, princesas se volvían taradas y diablesas cedían muertas. Celebraban en el solsticio de invierno, dado tenían por espectadores titanes del infierno, butacas copaban a reventar en la platea, y en su juerga realizaban apuestas, la fea se ofrecerá a su raptor en nupcias, la foca fallece y al gozo sucumbe la atea. Quejidos en versos los aplacaban amordazadas, y por su regocijo las mantenían en una tregua inerte amarradas. Así bendecían el espíritu de las siervas, y ellas emitían un mugido estrambótico, ¡pobrecitas!, en su ingenuidad ignoraban que son las cornetas del festival erótico.

Por martirio eficaz debían de permanecer agarrotadas cual estatua viviente, pero en la maniobra hay un flanco endeble, esa flexibilidad de bandera que ostenta la testa se ha de atajar urgente. Tal proeza se logra con la misma suavidad de agolpar fruta madura en el sarcófago de la malla, a zueco de barbilla enraíza la tralla, ¡y atención!, que desfile recorre del mentón a depresor del septo nasal, por exterior de los cornetes el vómer soslaya, reencuentro se produce superado el prócer, y al avanzar hacia la sutura digital presiento que algo severo en su mente debe cocer. Desciende al cóndilo occipital, y en unos giros que por mis carencias obvias me es inviable apreciar vuelve a la línea de partida por el raso del orbicular, buscando esa definición estética suya y particular.

Prosigue minucioso, va del masetero y bucinador al risorio y cigomático mayor, adjunta al menor, repta hasta la glándula parótida y circunvalada por el hueso temporal, dirige a la tuberosidad parietal, culebrea por el bregma y la aponeurosis craneal, y en su zigzagueo a fascia de la sien continua rellenando del frontal al maxilar. En sus tejes y manejes ha construido una red sofisticada, y en el prensado de cada forma geométrica ha rotulado carnosas abolladuras, vaticinar su perfidia son profecías prematuras.

En alguna argolla del ábside debió de enganchar, y de pronto, dentro de la inaudita comodidad tal cual si estuviera recostada en una almohada, noto que mi cocorota es inamovible, descenso lo restringe una tirantez que proviene de las cimas, sólo me autoriza un balanceo rácano y exiguo, y del espanto que me inunda emito un gorgoteo de auxilio, palpita mi corazón como potro desbocado, y el capullo contento me susurra un juramento macabro, por suplicio preferiré quemarme con un candelabro.

Clan indígena tenía por liturgia abandonar un lapso indefinido a su botín enjaulada, marchaban de aquel lugar para ofuscar a la gacela en su monstruosa batalla, huérfana le acrecienta la ira y en el halo de pavor da unos gritos conmovedores, guardias dirán se ha clavado una astilla cuya herida le provoca dolores, pero eruditos en el tormento hacen caso omiso, se hallan a esas leguas que halcón afirma, ¡yo tampoco les diviso! Sepa trance es fidedigno, y resignada en mi amargura sentí sus pasos irse, ¡dónde vas!, supongo tras la marquesina de su barraca, ¡cuándo volverás!, ¡no osará el gandul sestear en la hamaca!

Aguanté estoica, pero en la deriva que han entrado mis paranoias reclamo venga en mi socorro, algo horrible asola mi cautiverio, debe ser que en la contienda desigual acepto mi derrota y me urge del campeón su piedad sensible, o tal vez es el languidecer ante un poder invencible, pero indistinta la razón bramo por reclamar su salvamento, he descontado el tictac del péndulo y me acucia el dilema de recobrar en materia el conocimiento. Mujo cual yegua en celo, mas el escepticismo tutela mi pensamiento, y cuya sentencia resuelve el juzgado dictamina respalda al bandolero, en el esquile manda el pastor y no el cordero.

"Regresó para follarme atada"

Su regreso es con la tardía indispensable para haberme hipnotizado en aquel conjuro donde yo enloquecía, ¡decirme guarismo del calendario!, que he extraviado la página capitulada por su calvario. Denoto un cambio, su adrenalina es muy superior, pues se comporta como un sanguinario mercenario, dado en su frialdad no expone ni en el más mínimo signo conmigo de emotividad. Melodía es sólo mía y un confuso rebumbar que me es difícil discernir, aunque sus adagios me son familiar, diría es de cuyos instantes preceden al dormir conciliar, y justo al realizar esta reflexión caigo en la circunstancia de que es homónimo a los pantalones quitar. Reaccioné fulgurante con un barrito de dialecto extinto, pretexto alude que no habla arameo mientras intento con desespero romper atraques de mi precinto. De no entender mi pronunciación, doy redactado en pergamino, mas alegato que esgrime es ser escritura cuneiforme, es un jeroglífico de garabato deforme.

Recursos otros se rechazó, y sin conceder moratoria orientó su trabuco a cuyo pórtico da la bienvenida a mi cripta sagrada, ¡espérate!, se requiere invitación o la visita será rechazada. Norma desobedeció, y enchufó su pértiga al hondo abismal de mi gruta inundada. Incrustó con ese donaire que si usted es culto en documentales de fauna salvaje, podrá esbozar escenas de aquellos retozos violentos de alto voltaje, ponga los leones o las hienas en la comparación, tiene por mí el macaco esa precisa atracción. No obstante, especie nuestra es mamífero libertino, y por el cosquilleo de cuyas ninfas se esconden en la gruta he de confesar que se ovacionó el injerto del pino.

Anfitrionas lo debieron de agarrar por el frenillo, ¡ven!, que te mostramos dónde le puedes hacer picadillo. Traidoras infames, ¡sois de mi cuadrilla!, pero me ablandó fulminante con el bombardeo inexorable del gladiador y la amotinada pandilla. Ayudarme, ¡so guarras!, va a hurtar todos los racimos de las parras, pero reprimenda me llevo, ¡pido misericordia!, me hallo en medio de una encrucijada que reviento en un coro contradictorio de deseos y llantos, mi razón levita entre la demencia y la coherencia, y vosotras bastardas me arrastráis de la cadena al pecaminoso suburbio, difaman las viejas cotorras que son un asunto turbio, ¡mentira!, son las patrañas de sus arcaicos prejuicios, ¡sé fuerte!, aniquila de cavernícolas esas estrofas envenenadas que pretender sacarte de quicio.

Nereidas por los cauces de la selva acto seguido se filtraron, ¡decirme que tramáis!, replicaron el destino nos ha unido, probable dará un tremendo vuelco mi biografía, y tan fugaz se amagaron en la espesura frondosa las quise perseguir, ¡volver!, aparté helechos y maleza, en la liviana hojarasca ágil fuí y en los tallos robustos tosca me desenvolví, pero apenas me adentré en su aglomerado que percibí la tierra fangosa, destila una fragancia que no es ni pescadera ni apestosa, sino salada y deliciosa. Un clamor aturde, es un torrente que desciende con una imprenta vertiginosa, tempestad ha vertido el diluvio universal, pues anega desde el plinto a la cornisa del pedestal.

De poder romper el obstáculo que me amordaza habría dicho llegué por un accidente maldito, supuse fue un lance fortuito, pero filósofo en sus ágoras de antaño promulgó que casualidad no existe, suerte es un ridículo argumento en cual basan los mentecatos sus defectos y derrotas, y yo ensalzando su sabiduría le doy vuelta a la tuerca, ¡furcias puritanas blasfeman de mí!, me critican escandalizadas, ¡miradla!, disfruta la muy puerca.

Berzotas ignoro si se ha percatado, broca ha metido y permanece en su taladrar obcecado. Incrustaba con esa rabia que de insistir en su ahínco horadará útero y llegará al vientre materno, mas la peripecia ya valoró la madre naturaleza, y al ser previsora dotó a los gorilas con zanahorias de variopinta dimensión y rareza, les laureó como bufones y juglares, pero a ninguno le invistió alteza. A cambio les otorgó a la súbdita casta el don de la potencia, alguno va sobrado y en la mayoría el fuelle va marchitado, y a cuyo orangután a mí me atañe le haré funcionar su imaginación, vaivén mío es un exótico tembleque, semejante plasma la mansedumbre de la criada ante su jeque, y un hilo de saliva incontenible resbala por la comisura, estalactita cual pende es todavía una miniatura.

Gemidos entonan otro estilo de modular, y es probable que malvado lo halla notado, pues avanzan imberbe el carrillón y malvado explora rincones con mayor tranquilidad, husmea betas por el elástico yacimiento, ¡mirad!, exclamó al campamento, ¡encontré de diamante un fragmento!, dado al rozar se oye en el aire letras antónimas de cuanto supondría el aburrimiento. Gracioso ha quedado su comentario, cava con presteza y yo prisionera suplico mantenga su rudeza, adelante y atrás y progresa y retrocede, dentro de la sima mantiene aún con el empuje contrario de la gravedad, ¡enhorabuena!, en la fregada va a quedar el hoyo limpio como una patena.

Ritmo es aquel que me turba y descoyunta, y bellaco asevera que me gusta, tan convencido se muestra que elimina el burócrata formalismo de añadir presunta. Detective improvisado habrá deducido por cuyos jadeos míos son a ese volumen de soprano, suenan magníficos en contraste con el berreo del marrano, y al susurrar que no me piensa liberar enardeció las almas corrompidas. Di una réplica concisa, ¡bocazas!, mascullé en sílabas trabadas por la mordaza, que habrás de traer asiduo agua y jabón, añade leche y jamón, al rato de la jugarreta te habrás cansado y desistirás de pilotar el timón.

Producto de mi desafío aumentó el espectáculo cabalgando a mejor galope, por ventura mía carece de herraje sus pezuñas, que el inepto ha hincado en mis glúteos las uñas, me empeñe hasta soldar las pelvis en tal estrépito que de las crestas ilíacas saltan chispas, silbido al frotarse es parentesco al tumulto en la colonia de avispas. Voraz apetito es típico de un ogro glotón, camarera le sirvió aperitivo y el adefesio protesta, ¡tengo por explotar en la ostra la tranca enhiesta!, y al servirle la hostelera otro plato se mantiene en la bronca, sardina no es banquete para una orca.

Acelera cual si echara gasolina a la antorcha, con su busto amorrado a mis tetas en esa soldadura de boxeador y púgil adversario en el cuadrilátero, de haber socavón ha quedado enterrado, pues ha hecho añicos el hueco que mantenía de mí su maniquí alejado. Matraca como quien machaca el ajo con el mortero, y en el gesto de querer cerrar mis piernas sólo consigo una exaltación de las que hacen época. Bramido que emano avisa de un seísmo, lo advierte el sismógrafo, jugo se ha fermentado, e hierve por los embistes espléndidos del tornillo enroscado. Sartorio y crural en enrizan, se convulsan los pulmones que expulsan aquellos bufidos habituales en búfalo cabreado, liban las bucólicas mariposas al confín, pétalos del edén promete el poeta vienen a polinizar, ¡cuidado!, que pareja el bidón van a dinamitar.

Olfato percibe un perfume inimitable que impregna el recinto de un olor fogoso, no son gases que contaminen, simplemente la combustión del horno ardiente cual genera un vapor candente, son el tigre y la gata que escriben cuyos renglones llegarán a la posteridad en cualidad de proverbio, ¡querrán saber el autor!, es de un intelecto soberbio. Cortesana reclama con todo derecho y razón su protagonismo, ¡alaben su mérito!, soporta impávida embestidas prodigiosas de lanza en ristre que ya no aguanta la compuerta, balsa evacúa para regar la huerta. El chirrido de la plancha alcanzó los decibelios de un barítono sobre el escenario del palacio filarmónico, arpas vocales emitieron unos poemas cochinos y picantes, y tubería del director palpitó, es el orgasmo que las gargantas agrietó.

Néctar cual se recolecta es sabroso como la miel, y su cosecha armoniza ese canturreo que acompaña al éxtasis, desde el origen del planeta nos es fiel. Lengüetazos dio por el esternocleidomastoideo, ciencia borracha puso mote durante esa celebración que el científico degüella al cadáver con su hacha, y el relamido reprodujo en mi cerebro una película pornográfica que mantuve hasta cuando el escurrir se pudre, quedan dos pizcas donde afirman las matemáticas se contiene ingentes hordas de renacuajos, mensajeros transportan células al ovario y desorientados escudriñan el mapa, ¡dónde estamos!, sólo es mármol por el que peregrinan polvo y escarabajos.

Inquisidor se apartó ya con la guinda minúscula, por la estancia bascula, y basado en quinielas que son quimera de mi novela ha de supeditar cómo devolverme la libertad, tendrá algún miedo por si tramo revancha, es posible que el atontado siga sin saber he gozado en la cancha. Es tan sólo mi suposición, que realidad se despeja cuando desde su atalaya cercana me interroga, al partido le va a dar prorroga. Trama una artimaña sádica, telaraña me tiene atrapada y su elogio en su confección le fecunda un luto si con premura lo descose, mas las obligaciones en su establecimiento le impiden estar presente en mi mortificación, alternativa es herramienta de vibración.

Un sobresalto asedió mi estructura, avaro forajido quiere asaltar mi continente, pues con la caja fuerte no ha tenido suficiente. Intento mío es una frustrada evasión, y al percatarse de mi fracaso hace gala de su dominio en el sarcasmo, ¡desátate!, por supuesto que lo intento, ¡escapa!, da seguro que lo pruebo, ¡huye!, propósito tengo en tareas pendientes, que me empleo con toda la energía que conservo, pero del patético conato se burla hasta el cuervo.

Renuncié a la estampida, hilos son apretados de la pradera a la colina, y al parón contribuyó un plantón, ¡dónde vas!, quiero una explicación. Volvió sin demasiada tardanza, y guiada por el audio en la escena supuse trajo un enser, ¡sospecho dónde lo va a meter! Alcé mis intrigas al vuelo de la estratosfera, allí donde se pierde la cordura y nos invade la locura, ¡quién traes!, suplente es obrero famoso que trabaja a pico y pala, chorizo plastificado que a la dama sometida el criterio le descalabra. Meta concluye al final del túnel, y explican los cronistas que cual jarana monta la hidalga detona los tímpanos a presentes en el palco, mas la soflama es poco elaborada, sólo compuesta de un monosílabo afirmativo del que se hace desfalco.

Aullidos míos invocan a su compasión, pido indulto dado ha jurado que al marchar descarta conceder tregua o paz, ¡párate!, de tal martirio no serás capaz. Respuesta suya fue con hecho, introdujo la estaca lubricada un buen trecho, y asombrado por la facilidad en su patinaje procedió a completar hasta el fondo el ultraje. Me tranquiliza pensar que el infractor va a resbalar, pero entonces aconteció un amaño espeluznante, abrochó unas tiras por el sacro y el ilion que afianzó en la sínfisis del pubis y el isquion, en el hueso coxal sentí como un turbante, y al comprobar se aguantaba imperturbable sonrió satírico el maleante.

"Activó el vibrador que me masturbó atada en soledad"

Activó el botón de arranque, y justo se apreció su zumbido me dio la despedida, ¡un placer conocerte!, pero ha de ausentarse, dado ha de enmendar las pifias de los dispositivos, algunos tienen desperfectos simples y otros plantean estragos conflictivos. Espíritu mío reaccionó veloz, balbuceé amordazada una miscelánea ambigua del terror y la excitación precoz, ¡basta!, traduzco a mi lectora, ¡me rindo!, plantéame las cláusulas de tu victoria que rubrico todas, mas la longaniza artificial es de cuyo masoquismo atroz me asusta, ¡qué hago si descubro me gusta! Beso estampó el bárbaro en mi moflete hirsuto, ¡mírame!, sudo y baboseo que anegó el prado impoluto, ¡no te vayas!, quién sabe si el plátano se agria y me deja cicatriz, pues por el ronquido tiene este cariz.

Adiós pronunció con una poderosa risotada, ¡imbécil desgraciado!, estoy que su batir me electrocuta, para su descarga sólo la corrida tributa, mas atronó en el firmamento un golpe seco, y zambullida en ese océano de rutinario silencio intransigente hablé conmigo misma, ¡mantén la disciplina!, cánones dictan que en estas situaciones te has de distraer. Multitud se ha vuelto loca, concurrentes jalean en lugar de ayudar, canallas malversan su brío en avalar al cazurro, pero una voz me corrige, ¡chiquilla!, nadie hay en el corral, alboroto es cuyo monólogo mío arengo con el tino de un rorcual.

Plazo desconozco cuándo expira, rey cabrito ha injertado el cetro que me arroja a la lujuria, y cuya tensión se acumula sobre el túmulo de mis senos desnudos me urge limosna de voluntarios, universitarios escasean y me sobran en la curia. Masaje paliativo sé aplicarme, pero el estricto cordaje me rechaza la solicitud, e insisto en la petición, ¡túmulo también germina en el monte de la vulva!, mas deniega de nuevo con enorme acritud. Dese prisa, ¡avise al doctor!, coincidirá conmigo en que un remedio es el masturbar, ¡lo sé!, y cómo lo hago, si con el tronco y las extremidades constreñidas me es inviable el encorvar.

Apáñese, me contestan, espontáneos le saldrán a miles si se exhibe en la ribera, ¡y hasta ahí cómo llego!, si la fortuna me ha deparado boda cuya invitada soy yo sola, casada estoy con las culebras que me atan, del restante complementos véalos usted, no tengo espejo ni capacidad para ver mi reflejo. Secretaria alaba mi fortuna, ¡furcia enfermera!, me entrega en bandeja a esa fiera, entiendo ahora dé donde salen tanto dineral, sus arcas atiborran los fiambres en el postrero funeral.

Opción es pulsar la policía, ¡buenos días!, contesta la telefonista, y al requerir cuál es mi asunto de emergencia aduzco tengo el recto anterior duro como piedra, los gemelos moran anestesiados, el tensor de la fascia lata toma riendas de la carroza, el bíceps femoral saca músculo, el glúteo se hincha a proporciones bíblicas, y yo soy bisoña cuyas ligaduras me reprimen pasar las hojas de las partituras. Operadora matiza, dígame si ha sido violada, y rauda le confieso, ¡me encanta la paliza!, pero es un fastidio frente la pizarra no alcanzar la tiza. Sabuesa ironiza, ¡envié postal de su isla paradisíaca!, y al colgar experimento una soledad moral cuya secuela deriva en un orgasmo fulgurante, gimoteo un sanscrito alterado, ¡no se preocupe!, en germano o árabe o ruso mantiene el valor designado.

Ángel de los bomberos, habéis de sofocar este incendio, ha sido provocado por una ardilla, se colocó en mi cama y al pretender echarla a escobazos se apoderó de cuyo estuche de cartón sacó una cerilla, ¡suelta eso!, le recriminé, pero raspó contra el fósforo, arrojó al lecho y sus flamas han alcanzado esa magnitud ciclópea que devasta el convento y el foro. Serafines acudieron pisando pedal a hundirle el cimiento, fogata va a convertir el tablado en cenizas y brasa, mas ya en el siniestro me indican necesito yo otro tipo de manguera, dado es mi volcán cual se ha de apagar, y en amansar su erupción sólo hay un sistema, pulir y dar cera. Ruego a valientes aguerridos, decirme cuánta pólvora queda en el tonel, que vulnerable por las ligaduras se lo he implorado a timonel, ¡qué te ha dicho!, me preguntan, ¡en mausoleo me abandonó atada!, y en su dictamen determinaron con rencores, ¡de esto sabrán mineros y buceadores!

Sobre mi pelvis vencida se desploma un alud, avalancha acontece por el destrozo en el talud, y al venirse encima berreo una serenata de jadeos que es una í latina consecutiva, grita menos el ajusticiado en la horca ante su muerte definitiva. Convulsiones le escoltan, cavan que han de haber construido un laberinto de trincheras, y sumergida en el delirio emprendo combate irracional, es querer derribar a patadas una plantación de palmeras. Gruño con suspiros que agonizan, y el enganche psicópata me restringe poner la cabeza gacha, me serviría de alivio por templar los orgasmos que me avisan van en racha.

Interpelo veloz, ¡a qué viene la insinuación!, máquina continúa retozona y nada le ataja la demolición, mas al cacharro de los cojones le lloro, ¡disminuye el hormigueo!, que mis espasmos no son una farsa de simulacro o balas de fogueo. Terremoto es real, tanta réplica gesta cuya caravana me derrite, es insoportable su envite. De superar será mi hazaña una leyenda mitológica, pues avisto otro potro desbocado que me vuelve taquicárdica, llega espitoso y desde el andén le advierto del riesgo, convoy anterior aún carga su carbón, rechinan sus ejes a toda pastilla, va a encastrarse contra el vagón posterior ese tonto de pacotilla.

Hereje me causa un rubor insólito, transeúntes contemplan mis poros transpirando un rocío salino, ¡miradla!, irradia una satisfacción que su premura le importa un comino. Llegada es inminente, y una viajera despistada quiso saber si tiene parada, ¡óigame damisela!, en mi condición ya no sé si son músicas o sólo letras, hacia dónde van en su partida o si ferrocarril tiene cada una su emancipada vida. Súbase al carruaje, que yo por las causas que se sabe me distraje, y si vos ve que la campiña le repugna bájese del furgón y donde quiera que esté defiéndase con coraje. Es así de sencillo, mas disculpe el discurso apático, que en el socavón a estilóbato del pubis sufro un castigo drástico.

Orgasmo se avecina, ahí viene y de cuál es la cuantía he extraviado, se apilan a lo bestia y la entrada del siguiente ya no recuso, me abato a su abuso. Cansancio creciente afloraba ávido de hacer mella, derramo el oxígeno que es un resoplido extasiado, y los muslos moribundos se sostienen gracias a las sogas, ¡que nadie me suelte!, o el castañazo por el desplome oirá quienes relumbran faldas en el plazas o en el congreso sus togas.

Hipótesis tengo, este cencerro inútil me ha puesto en oferta, chinos habrán preguntado si soy tuerta, dado venda sepulta mi preciosa mirada, ¡es por encarecer la subasta!, mas en la puja hay terratenientes colombianos y arios acaudalados, ¡por dónde va la pugna!, que probaré cedan la tentación si con plata y zafiros admiten ser sobornados. Divago el devenir inmensa en esa claustrofóbica prisión, conspiro en mi alucinación que ya intervienen hadas y duende, y de repente, avanzado el cronómetro a destajo, sin albergar ningún futuro, compruebo que el chirimbolo suprime su resonar, efeméride por cautelosa rehúyo celebrar. En las cuerdas que las patas me agarran diría se aplicó un sedante, efectivo pues en su tirante intransigencia ha tenido un resultado calmante, y al poder desplazar la rótula veo que es el turno de la gloria, se acabó el calvario mareada en la noria.

Vino por bondad, que emisora tengo apagada, mas de haberse puesto en contacto alguna lancha la hubiera rechazado, ¡no he lanzado bengala!, y tengo cuyo navío soporta zozobra sin refugiarse en bahía o la cala. Pasos di que soy aprendiz, he de rememorar cuando retoña se me dio la básica directriz, pero aún mantengo jarcias que los brazos me constriñen, y en el abecedario que me limita a comodines del cirílico me es engorroso rebatir a los asnos que me riñen.

"Acepté repetir cita el próximo sábado"

Exclamó el gaznápiro un dilema, ¡qué hago contigo!, me ha atrapado del vulgo a la mordaz insolencia, puede devolverme a cuyo frívolo gallinero es la urbe cosmopolita o someterme a su tiranía, tiene de mí el apellido y la data de bautizo, labor que despliego y novio al que le doy el pego, ahorros en la hucha y el impudor en la ducha, completo el diccionario y cartas de léxico lapidario. Su encuesta tuvo tres opciones, escarnio público ha de ser una agonía, descarté pues antepongo intimidad mía. Sucesiva es saldar este exclusivo episodio, caduca su extensión ipso facto y con el enemigo en el bolsillo marcho sin odio, mas he de valorar jamás se repetirá, y la pena por añorar al zagal me asola con la misma tristeza que un disparate fatal. Dime en la triada la consecutiva, ¡quién sabe!, afirma con sorna, puede ser el robo un ruin bulo, pero he ahí que guarda eterno el misterio, y mordaz me impone un código, sábado he de acudir al convite pródigo, pendejo y yo en la cita a solas, ¡postre último escojo!, y no me cuentes si la estafa es verdad o son trolas.

Entregó mi celular, y emigré a mi choza entre el pasmo de cuya plebe se asombra por irradiar ese alegórico entusiasmo del discípulo que templa su desparpajo con la lira y la flauta, ¡he de contarles la excitante velada!, y aunque será en otro relato le avanzo el epígrafe, cuerdas y picardía es la sacrosanta pauta.

 

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